Altos mandos de las Fuerzas de Defensa de Israel reconocen que no tienen pruebas de que Hamás haya robado ayuda humanitaria de forma habitual, pese a que esa acusación justificó durante años el bloqueo de alimentos en Gaza.
Fin a una narrativa oficial sin evidencia
Durante casi dos años, el Gobierno de Israel sostuvo que Hamás desviaba sistemáticamente la ayuda humanitaria internacional, especialmente la suministrada por la ONU, para utilizarla como herramienta de control social y como apoyo logístico en su estructura armada. Esa acusación fue utilizada como excusa política para restringir o bloquear el acceso de alimentos a la Franja de Gaza.
Sin embargo, según publicó el New York Times, dos altos oficiales del ejército israelí y otros dos funcionarios civiles israelíes han admitido que no existen pruebas de que se haya producido ese robo de forma sistemática.
Una revelación que desmonta el relato
Los militares afirmaron que el sistema de distribución de ayuda de Naciones Unidas, que Israel ha criticado duramente, funcionó con eficacia para entregar alimentos a una población desesperada y hambrienta. A pesar de la retórica oficial, no hay evidencias que justifiquen el bloqueo humanitario ejercido desde Tel Aviv.
Este desmentido interno no solo desacredita una de las principales narrativas del Gobierno de Netanyahu, sino que también pone en entredicho la legitimidad moral y jurídica de la estrategia de aislamiento total sobre Gaza.
Bloqueos con consecuencias trágicas
La política de obstaculizar la entrada de ayuda alimentaria provocó, según numerosas ONG y agencias de la ONU, niveles alarmantes de hambruna, desnutrición y sufrimiento humano entre la población civil gazatí. Esta situación fue reiteradamente denunciada en foros internacionales.
Ahora, el reconocimiento por parte de mandos israelíes de que no hay evidencia de robos sistemáticos por parte de Hamás refuerza las críticas internacionales y podría tener implicaciones políticas y legales para Israel.
El precio de una mentira institucional
La narrativa del «robo de ayuda por Hamás» fue funcional para justificar políticas que pusieron en riesgo la vida de cientos de miles de civiles, debilitando a la vez el papel de las organizaciones internacionales como actores neutrales en zonas de conflicto.
¿Podría ser esta admisión el inicio de una investigación internacional por crímenes humanitarios?
