El Gobierno prometió hace tres años una reforma fiscal para los trabajadores por cuenta propia: eliminar el IVA para pequeños negocios, ampliar deducciones y simplificar trámites. Pero al cierre de 2025, esa promesa sigue incumplida. La mesa de negociación —que nunca ha logrado un avance concreto— permanece estancada y deja a miles de autónomos en la incertidumbre.
Orígenes de una reforma esperanzadora…
En 2022, el Ministerio de Hacienda puso en marcha una mesa de trabajo con organizaciones de autónomos, sindicatos y expertos en fiscalidad. El objetivo era preparar un nuevo régimen fiscal que ofreciera alivio real a los pequeños negocios. Entre las medidas pactadas:
- Exención del IVA para autónomos que facturen menos de 85 000 euros al año.
- Un sistema de “gastos objetivables” que permitiera deducir automáticamente gastos habituales (vehículo, suministros, móvil…) sin necesidad de justificantes complejos.
- Supresión progresiva del régimen de módulos, con un periodo transitorio de tres años para adaptarse.
Estas propuestas, presentadas como un soplo de aire para cientos de miles de autónomos, generaron expectativa en el colectivo.
…y un frenazo inesperado en 2024
Aunque en julio de 2023 la mesa logró un avance: un borrador del régimen fiscal estaba listo, faltando solo pequeños ajustes. Se esperaba que en 2024 comenzara su implementación. Pero en marzo de ese año, Hacienda dio un giro brusco: descartó la exención del IVA, al menos de momento, y dejó en suspenso la reforma.
La explicación oficial: dificultades técnicas, tensiones con la normativa europea, problemas de recaudación —un conjunto de excusas que frustró las esperanzas de los autónomos.
Desde ese momento, el diálogo se congeló. No hubo nuevas reuniones, comunicados ni avances. La mesa está, de facto, paralizada.
El desenlace de 2025: vuelta al punto de partida
Con 2026 a la vista y sin novedades en el horizonte, muchos trabajadores por cuenta propia sienten la frustración de haber sido engañados. Los problemas siguen intactos:
- Obligación de declarar y repercutir IVA, incluso para quienes facturan poco.
- Deducciones difíciles de justificar: muchos siguen pagando impuestos estrictos por gastos ordinarios.
- El régimen de módulos sigue vigente, con sus inconvenientes y rigideces.
Además, la falta de certezas fiscales impide planificar inversiones, contratar empleados o mejorar la competitividad de los negocios.
¿Qué pasa con las exportaciones e importaciones de autónomos?
Aunque parte del plan original incluía facilitar operaciones intracomunitarias —con un régimen de franquicia para autónomos exportadores/importadores—, tampoco se han adoptado medidas al respecto. Se ha enviado a audiencia pública una normativa para algunos casos, pero aún nada se ha concretado. En la práctica, muchas empresas siguen sujetas a los mismos trámites y costes que antes.
Consecuencias para el sector autónomo y la economía
La paralización prolongada de la reforma fiscal convive con un contexto económico complejo: inflación alta, costes crecientes y competencia feroz. Para muchos autónomos de pequeña y mediana empresa:
- El encarecimiento de insumos y servicios ha reducido márgenes.
- La carga fiscal y administrativa se mantiene elevada.
- La incertidumbre impide inversiones, contratación o modernización.
Algunos ya hablan de “abandono institucional”: sienten que las promesas del Gobierno fueron un mero reclamo y que la realidad demuestra falta de voluntad política.
Un Gobierno sin prisa y unas expectativas truncadas
Aunque desde Hacienda no se han pronunciado públicamente sobre una nueva convocatoria de la mesa de negociación, diversas organizaciones de autónomos —como ATA— han insistido en exigir respuestas. Hasta ahora, solo han recibido silencio.
La reforma fiscal quedó archivada, y miles de negocios siguen pagando un IVA que, según la promesa original, podría haber sido eliminado. La “mesa para la reforma” es ya una metáfora de inacción: una herramienta que atrapó esperanzas… y las frenó en seco.
Tres años después, la mesa no fue más que una mesa vacía.
