Extremadura se convierte en el epicentro de una estrategia para redefinir la relación entre PP y Vox. Los presidentes autonómicos populares avisan: ha llegado la hora de ajustar cuentas con Abascal y marcar distancias claras.

Una ruptura que se gesta en Extremadura… y se proyecta a toda España
La relación entre el Partido Popular y Vox entra en una nueva fase. Lo que antes fue una alianza táctica en autonomías, ahora se convierte en una carga política que los líderes del PP quieren reconfigurar. Y el campo de batalla es Extremadura.
La presidenta extremeña, María Guardiola, se encuentra en el centro del pulso con Vox. En juego no solo hay unos presupuestos regionales, sino la estrategia nacional que Alberto Núñez Feijóo y sus barones están dispuestos a implementar: poner coto a las exigencias del partido de Abascal y recuperar el terreno perdido tras las cesiones de 2023.
“Basta de rendirnos”: hartazgo entre presidentes autonómicos
Desde varias regiones del país, presidentes del PP han lanzado un mensaje unánime y contundente:
“No podemos seguir arrodillándonos ante Vox porque eso nos penaliza electoralmente”.
La crítica interna se endurece:
- “Si hay que repetir elecciones, que Vox lo explique”, advierte un líder regional.
- “Muchos de sus votantes vienen del PP. No pueden tratarnos como enemigos”, recuerda otro.
El cansancio por el chantaje constante, por las exigencias sin responsabilidad de gobierno, y por la presión sobre decisiones estratégicas, ha calado hondo.
El laboratorio de Extremadura y el aviso de Aragón
En Aragón, Jorge Azcón ya ha puesto fecha límite: si no hay acuerdo en dos semanas, habrá elecciones en febrero.
Madrid, Castilla y León o Murcia han vivido situaciones similares: pactos complejos, desgaste institucional y nula reciprocidad por parte de Vox. Cada vez más presidentes populares entienden que seguir cediendo es electoralmente suicida.
Vox: exigencias máximas sin asumir costes
El modelo de Abascal ha sido claro: exigir poder sin asumir gobierno. Evitar “el abrazo del oso”, como lo llaman internamente, para no desgastarse ante sus bases. Pero ese juego ya no funciona. Los populares están decididos a cambiar las reglas.
Feijóo descarta de plano cambiar candidatos, como insinuó Vox en relación a Guardiola, y ve en este pulso una oportunidad para mostrar fortaleza y liderazgo.
Pactos a medida, incoherencias autonómicas
En Baleares o Comunidad Valenciana, Vox aceptó abstenciones más fáciles. En cambio, en Extremadura y Murcia, sus exigencias fueron desmedidas. Esta incoherencia regional ha generado desconfianza en los populares, que ahora apuestan por una postura común más dura y menos dependiente.
La estrategia del PP es clara: recuperar hegemonía y estabilidad institucional, frenando el crecimiento de Vox sin regalarle poder ni agenda.
Golpe preventivo al discurso del PSOE
Esta nueva línea también busca desactivar la narrativa de Pedro Sánchez, que agita continuamente el miedo a un “gobierno con la ultraderecha”. En Génova reconocen que el error de precipitarse en los pactos autonómicos les costó cuatro escaños y la Moncloa en las últimas generales.
Extremadura se convierte así en el mensaje clave: ni cesiones forzadas, ni imposiciones. Si Vox no coopera, se repetirán elecciones. Pero esta vez, con los roles bien definidos y el PP sin complejos.
¿Es este el inicio de una estrategia coherente del centro-derecha o el principio de una ruptura irreversible entre PP y Vox?



