Un devastador incendio en el complejo residencial Wang Fuk Court, en el distrito de Tai Po (Hong Kong), ha sacado al descubierto los peligros de mantener vigentes los tradicionales andamios de bambú. La tragedia, de enormes proporciones, pone en jaque un sistema constructivo arraigado durante décadas.

Impacto del incendio: la tragedia y su magnitud
El fuego se desató en la tarde del 26 de noviembre en los andamios de bambú con mallas de protección que rodeaban varios edificios en construcción o rehabilitación. En cuestión de minutos, las llamas se propagaron a gran velocidad: el material inflamable, la estructura exterior y las condiciones del viento convirtieron la fachada en una antorcha.
Las autoridades confirman al menos 36 fallecidos, con decenas de desaparecidos y numerosos heridos de diversa consideración. Es el incendio más mortífero en viviendas de Hong Kong en tres décadas, y renueva el miedo sobre la seguridad en los nuevos desarrollos urbanos.
El andamio de bambú, un peligro reconocido
El bambú ha sido durante décadas —y aún lo es en muchas obras— el material habitual para los andamios en Hong Kong: barato, abundante, flexible, y parte de una tradición que llega desde China continental.
Pero la tragedia demuestra que su ligereza y disponibilidad no compensan su riesgo extremo. Las estructuras de bambú, amarradas con cuerdas de nailon y recubiertas por mallas plásticas para evitar la caída de escombros, pueden transformarse en una fatal bomba de incendio.
Aunque en los últimos años se ha popularizado el uso de andamios metálicos —más seguros y duraderos—, miles de obreros registrados siguen trabajando sobre estructuras de bambú: la tradición, los costes bajos y la rapidez en el montaje los mantienen vigentes.
Una tradición con fecha de caducidad urgente
Este incendio podría ser el punto de inflexión. Las autoridades locales han anunciado la creación de un grupo de trabajo para investigar las causas exactas del desastre y revisar todas las obras en curso que utilicen andamios de bambú.
Además, se prevén revisiones urgentes de los materiales utilizados, comprobaciones de seguridad ignífuga y planes de sustitución en edificaciones en rehabilitación o construcción. Expertos en arquitectura y seguridad alertan: lo que hoy sigue siendo tradición debe pasar a la historia antes de que muera otra ciudad ardiendo.
Conclusión: modernidad sí, tragedias no
La tragedia de Tai Po debe servir como una llamada de alarma global: la verticalidad urbana no debe construirse sobre costumbres peligrosas. El futuro de Hong Kong —y de cualquier ciudad moderna— pasa por estructuras seguras, no por nostalgias de construcción.
El coste de no adaptarse ya ha quedado demasiado caro.



