lunes, diciembre 22, 2025
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Guardiola y Abascal mantienen la tensión antes de sentarse a hablar de la investidura en Extremadura

La futura negociación para la investidura de María Guardiola en Extremadura llega cargada de tensión política, mensajes cruzados y un choque abierto entre el PP y Vox, el socio natural que decidirá si la presidenta en funciones logra o no ser investida sin someter al PSOE a nuevas elecciones.

Aunque el bloque de centroderecha —PP y Vox— obtuvo respaldo de alrededor del **60% del electorado, la falta de una mayoría absoluta hace indispensable la abstención o el apoyo explícito de Vox. Sin embargo, las palabras de Guardiola y del líder de Vox, Santiago Abascal, reflejan un clima de negociación muy complicado.

Guardiola y Abascal mantienen la tensión

Guardiola muestra firmeza… y cierta ironía ante Vox

Nada más conocerse los primeros resultados de las elecciones autonómicas, María Guardiola puso de manifiesto la fricción que existe con Vox. Contra lo que cabría pensar tras el escrutinio, la presidenta en funciones llegó a ironizar con la posición de los de Abascal:

Guardiola también denunció que Abascal aún no le había felicitado por el resultado, e hizo un llamamiento al “sosiego y la reflexión”, subrayando que el PP está “dispuesto a no tomar ninguna decisión en contra de Extremadura”. Aunque solo necesita la abstención de uno de los grupos para investirse, confirmó que no aceptará concesiones en contra del interés regional.

Abascal advierte: “los votos de Vox deben contar”

Desde la sede de Vox en la calle Bambú, Abascal fue contundente:

El líder de la formación verde dejó claro que no cederá su apoyo gratuitamente y que, tras el notable crecimiento de su fuerza parlamentaria, su papel ha cambiado. Abascal reivindicó que Vox tenga voz y peso en las negociaciones, poniendo de manifiesto que no se conformará con una mera abstención tácita sin compromisos políticos concretos.

¿Pacto derecho sí… con condiciones?

La realidad es que, aunque PP y Vox ya gobernaron juntos en Extremadura tras las elecciones anteriores, su relación ha sido altamente volátil. Aquella coalición se rompió hace un año por tensiones internas, lo que hizo fracasar la legislatura y precipitar los comicios anticipados.

Ahora, Guardiola declara que gobernará sin “entregar la autonomía política a nadie”, mientras que Abascal enfatiza que Vox «no será invisibilizado ni traicionado». Este tira y afloja político complica aún más el diálogo entre ambos partidos, que podría entrar en un nuevo ciclo de tensiones.

Negociar en plena campaña: un reto añadido

Un elemento adicional de complejidad es que tanto el PP como Vox están inmersos en otras campañas electorales, como las de Aragón. Esto añade una presión política superior a cualquier negociación regional habitual y puede influir en las posiciones que se adopten en Extremadura.

Además, la historia reciente —casos como el de Murcia, donde el PP tuvo que aceptar exigencias de Vox a pesar de sumar más votos que la izquierda— demuestra que el coste de no dialogar puede ser muy alto. Lo que está claro es que, si no se alcanzan acuerdos, Extremadura podría volver a un bloqueo parlamentario similar al que derivó en la convocatoria de elecciones anticipadas.

Incertidumbre también sobre los presupuestos

No basta con lograr la investidura. Guardiola también deberá negociar los presupuestos regionales, un paso aún más difícil que la propia investidura si no cuenta con una mayoría estable. La candidata ‘popular’ adelantó los comicios precisamente porque no pudo sacar adelante las cuentas del 2026, lo que le obliga ahora a una negociación más compleja.

Un arte de equilibrio difícil en la extrema derecha

En definitiva, la negociación para la investidura de Guardiola pone sobre la mesa la fragilidad del centroderecha español:

  • Un PP que quiere liderar sin depender de nadie.
  • Un Vox fortalecido, que exige reconocimiento político por su crecimiento.
  • Un clima de desconfianza mutua que dificulta el diálogo.

Si ninguno cede, Extremadura podría verse abocada a un estancamiento político prolongado, con consecuencias tanto para la estabilidad regional como para las estrategias nacionales de PP y Vox.

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