El separatismo radical vuelve a actuar con total impunidad: esta vez, las juventudes de la CUP han atacado la sede del Partido Popular en Valencia con pintura roja y mensajes amenazantes. La violencia callejera independentista ya no se limita a Cataluña.

El ataque: violencia política en pleno centro de Valencia
La sede central del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, situada en la capital autonómica, fue atacada durante la noche del 24 al 25 de octubre por miembros de Arran, la organización juvenil de la CUP, brazo radical del independentismo catalán.
Los autores arrojaron pintura roja contra la fachada y realizaron pintadas en catalán en las que acusaban al PP de estar “manchados de sangre hasta el cuello”, un mensaje explícitamente amenazante y cargado de odio ideológico. Las firmas de Arran y una estelada separatista acompañaban los mensajes.
El acto fue claramente premeditado y ejecutado con el objetivo de intimidar y provocar, utilizando un lenguaje y simbología que remiten a la violencia política más radical.
¿Quiénes son Arran y la CUP?
Arran es la organización juvenil de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), un partido separatista, anticapitalista y antisistema que ha mantenido desde sus orígenes una actitud agresiva contra los partidos constitucionalistas, especialmente PP, Vox y Ciudadanos.
Lejos de condenar estos ataques, la CUP blanquea o guarda silencio, dejando que sus “cachorros” actúen en nombre de una supuesta “lucha social” que no es más que una estrategia de coacción y violencia política callejera.
Un patrón repetido: odio y vandalismo separatista
No es la primera vez que Arran ataca sedes del PP, aunque sí es la primera vez que lo hace fuera de Cataluña, lo que marca una preocupante expansión territorial del separatismo radical.
Ya en febrero de 2022, estos mismos grupos intentaron asaltar la sede del PP en Barcelona, pintando la fachada y lanzando objetos, en protesta por una sanción económica derivada de actos vandálicos similares cometidos en 2017.
Desde el golpe separatista de 2017, más de medio centenar de sedes del PP, Ciudadanos y PSC han sufrido ataques con pintura, huevos, roturas de cristales y amenazas, especialmente en Cataluña, sin que las autoridades autonómicas hayan adoptado medidas firmes contra los responsables.
La izquierda separatista, impune y violenta
Los actos de violencia protagonizados por la izquierda radical no son nuevos ni puntuales. Van desde el acoso a carpas informativas, como ocurrió en enero con la formación de Sílvia Orriols (Aliança Catalana), hasta agresiones físicas a militantes o incluso amenazas a jueces, políticos y periodistas.
Lo más preocupante es el doble rasero mediático y judicial: mientras la izquierda señala a la derecha por supuestos “discursos de odio”, ellos ejecutan ataques violentos reales, sin apenas consecuencias penales o mediáticas.
¿Dónde está la respuesta del Gobierno?
Este nuevo ataque a la sede del PP plantea una pregunta clara:
¿Por qué el Gobierno de Pedro Sánchez guarda silencio ante la violencia separatista mientras demoniza a la oposición constitucionalista?
El mensaje de impunidad es evidente: mientras los cachorros separatistas campan a sus anchas, el Estado mira hacia otro lado. La violencia política no puede seguir normalizándose bajo el pretexto de la protesta social.
Conclusión
La izquierda radical separatista no debate, no dialoga, ataca. Y ahora lo hace también fuera de Cataluña, exportando su odio y violencia ideológica a otros territorios como la Comunidad Valenciana. Este nuevo acto de vandalismo político contra el PP no es un hecho aislado, sino una señal de advertencia.
Si el Estado no reacciona con firmeza, el separatismo violento seguirá avanzando. ¿Hasta cuándo se permitirá que los enemigos del orden constitucional actúen impunemente?



