El presidente republicano Donald Trump ordena la salida de Estados Unidos de la UNESCO, denunciando su ineficacia y sesgo ideológico. La decisión revive su política de defensa de la soberanía nacional frente a organismos globalistas.
Estados Unidos volverá a abandonar la UNESCO el 31 de diciembre de 2026.
La medida, impulsada por Trump, responde a su compromiso de no someter los intereses estadounidenses a agendas impuestas desde organismos internacionales alineados con la izquierda global.
El presidente estadounidense Donald Trump ha anunciado una nueva retirada de Estados Unidos de la UNESCO, apenas un año después de que su predecesor, Joe Biden, reincorporara al país en este organismo dependiente de la ONU. Según el comunicado oficial del Departamento de Estado, “la participación continua no responde al interés nacional de EE.UU.”.
La portavoz Tammy Bruce subrayó que esta decisión es parte de una estrategia de recuperación de soberanía y rechazo al adoctrinamiento ideológico promovido por instituciones multilaterales.
Una ruptura anunciada: defensa de soberanía frente al globalismo
La directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, admitió que el anuncio “era previsible”, y que la organización ya se había “preparado a nivel presupuestario”. Sin embargo, la medida ha generado un terremoto político en el seno del organismo, con sede en París y fundado en 1945 tras la Segunda Guerra Mundial con el supuesto objetivo de promover la paz a través de la cooperación cultural, científica y educativa.
Lo que comenzó como una entidad neutral, hoy es vista por muchas naciones como una plataforma ideológica al servicio de la izquierda internacional, algo que Trump ha denunciado en múltiples ocasiones.
Francia se aferra a la utopía, mientras Israel respalda la decisión
El presidente francés Emmanuel Macron respondió con retórica vacía, asegurando que “la salida de EE.UU. no debilitará nuestro compromiso con quienes lideran esta lucha”. Pero la realidad es que la UNESCO pierde a su principal donante y mayor potencia fundadora, un golpe difícil de maquillar.
Por su parte, Israel celebró abiertamente la decisión de Trump. Su ministro de Exteriores, Gideon Saar, acusó a la ONU de estar “politizada y de no haber dado un trato justo a Israel”. Un diagnóstico que, tanto en Jerusalén como en Washington, se considera compartido: la ONU y sus agencias han sido sistemáticamente hostiles hacia democracias conservadoras y aliadas de EE.UU.
Un patrón coherente: Trump contra el intervencionismo multilateral
Durante su primer mandato, Trump ya había retirado a EE.UU. de la UNESCO en 2017, de la OMS, del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, del Acuerdo de París y del pacto nuclear con Irán. Su regreso a la Casa Blanca en 2025 ha reactivado esa política exterior basada en soberanía, eficiencia y seguridad nacional.
A diferencia de las sumisiones diplomáticas de Biden, Trump ha sido claro: Estados Unidos no financiará estructuras que no defienden sus intereses ni respetan su soberanía.
Consecuencias para la UNESCO: menos dinero, menos poder
EE.UU. fue miembro fundador de la UNESCO y su principal financiador histórico. Aportaba un 20 % del presupuesto en 2017 y, actualmente, cerca del 8 % del total. Su salida complica el futuro financiero y político del organismo, que depende de esas contribuciones para sostener programas educativos, científicos y de preservación patrimonial.