Donald Trump lo dejó claro: o hay acuerdo de paz en Ucrania en los próximos 50 días, o Rusia y sus aliados económicos pagarán caro. El presidente estadounidense ha lanzado una amenaza económica directa al Kremlin, advirtiendo que impondrá aranceles de hasta el 100%, no solo a Moscú, sino también a quienes comercien con ella, como India o China.
“Estoy muy, muy descontento con Putin”, dijo Trump durante su reunión con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. “Tendríamos que haber tenido un acuerdo de paz hace dos meses”, añadió, endureciendo su tono tras semanas de creciente frustración con el líder ruso. Según el presidente, Putin habla de paz por teléfono mientras lanza misiles por la noche.
El giro en la política de Trump también se traduce en más armas para Kyiv. Confirmó el envío de sistemas Patriot, aunque el coste lo asumirán los socios europeos. El mensaje es doble: presión económica y apoyo militar. “El comercio es útil para muchas cosas, también para acabar guerras”, sentenció.
La Casa Blanca también negocia con Europa la producción y adquisición conjunta de drones y sistemas de defensa, en respuesta a los brutales ataques rusos sobre zonas civiles.
Trump no se guardó nada: calificó a Putin como “un tipo duro” que ha engañado a Clinton, Bush y Obama, pero aseguró que con él no lo logrará. “Tiene que haber progresos inmediatamente”, exigió, dejando claro que su paciencia se agotó.
Mientras tanto, el secretario de la OTAN, Mark Rutte, se deshizo en halagos al presidente estadounidense, repitiendo que sin su liderazgo no habría compromisos europeos reales de defensa. Y no fue una metáfora: ya le había llamado “papi” en público durante la última cumbre de la Alianza.
Pero más allá del show diplomático, lo que está en juego es el fin de una guerra que sigue dejando muertos a diario. Zelenski, por su parte, se reunió también con el enviado estadounidense Keith Kellogg para hablar de drones, armas y un posible alto al fuego. Ucrania necesita resultados ahora, no promesas vacías.
Trump se juega su legado diplomático y parece estar dispuesto a torcer el brazo de Putin como no lo hizo antes. ¿Será esta la fórmula para terminar con la guerra o solo otra jugada más de presión electoral? ¿O será, una vez más, que los que terminan pagando el precio no son los poderosos… sino nuestros ancianos?
