Ocho páginas con itinerarios, teléfonos y detalles protocolarios quedaron expuestas horas antes del encuentro con Putin
A tan solo 20 minutos de la base militar de Alaska, en el Hotel Captain Cook, se desarrolló uno de los episodios más polémicos en torno a la cumbre entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladímir Putin. Según informó la emisora NPR, un grupo de turistas que se alojaban en el hotel encontró ocho páginas de documentos confidenciales olvidadas en una de las impresoras de las instalaciones, horas antes del inicio del encuentro.
Los documentos, pertenecientes a la Oficina de Protocolo de la Casa Blanca, contenían información altamente sensible: desde los itinerarios precisos de ambas delegaciones, las ubicaciones exactas de las reuniones y salones reservados, hasta los números de teléfono de funcionarios de alto nivel del Gobierno estadounidense. El hallazgo se produjo alrededor de las 9:00 hora local, generando preocupación sobre la seguridad de un evento diplomático de esta magnitud.
Una agenda revelada antes de tiempo
Las dos primeras páginas detallaban los horarios de desplazamiento y las salas asignadas a Trump y Putin, incluyendo la ubicación del encuentro privado, la preparación de la comparecencia de prensa conjunta y la entrevista que Trump tenía pactada posteriormente con la cadena Fox.
Además, los papeles reflejaban una curiosidad diplomática: Trump tenía previsto obsequiar a Putin un busto del águila calva, ave nacional de Estados Unidos, como gesto simbólico. También figuraba la lista completa de integrantes de ambas comitivas, con notas sobre la pronunciación fonética de los nombres rusos, incluido el propio Putin.
El almuerzo que nunca se realizó
Otra de las revelaciones fue el almuerzo oficial programado, que finalmente fue cancelado. El menú incluía una ensalada verde con vinagreta de champán, un plato principal a elegir entre filete miñón con salsa de brandy o fletán con patatas cremosas y espárragos, y de postre, una crème brûlée.
De haberse llevado a cabo, Trump habría estado acompañado a su izquierda por el secretario del Tesoro, Scott Bessent; el secretario de Comercio, Howard Lutnick; y el enviado especial, Steve Witkoff. Putin, por su parte, habría tenido a su lado al ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y a su asesor de política exterior, Yuri Ushakov.
Un historial de filtraciones
Este no es el primer episodio en que la Administración Trump queda en entredicho por la gestión de información confidencial. En marzo de este mismo año, funcionarios de alto rango filtraron en un chat grupal detalles de los preparativos de un bombardeo en Yrmrn, comprometiendo la seguridad nacional. Asimismo, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, fue señalado por compartir datos militares en un chat privado que incluía a dos familiares y a su abogado personal.
El hallazgo de estos documentos en Alaska vuelve a poner sobre la mesa las dudas acerca de la disciplina y seguridad en el manejo de información clasificada por parte del equipo de Trump, especialmente en un momento de máxima tensión geopolítica y con la mirada internacional puesta en la cumbre con Putin.
Este episodio abre inevitablemente una pregunta incómoda: ¿fue un simple olvido logístico en la maquinaria de la Casa Blanca o un síntoma de la despreocupación estructural en la seguridad de la Administración Trump? Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que dejar expuestos documentos que detallan los movimientos de líderes mundiales en plena cumbre con Rusia no es un descuido menor, sino un recordatorio de cómo una aparente negligencia puede transformarse en un riesgo geopolítico de primer nivel.
