jueves, octubre 2, 2025
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El PSOE en caída libre: Sánchez niega elecciones y esquiva los escándalos

El presidente socialista resiste con una legislatura tocada, mientras las investigaciones por corrupción cercan al PSOE y crece la presión incluso desde dentro del partido

Pedro Sánchez insiste en agotar la legislatura hasta 2027 mientras el PSOE se desangra entre escándalos, divisiones internas y una debilidad parlamentaria sin precedentes. La negativa del líder socialista a adelantar elecciones demuestra su obstinación por mantenerse en el poder a toda costa, pese al clamor creciente que pide una salida democrática ante la grave crisis institucional.

El presidente desafía a su propio partido y al Congreso

Pedro Sánchez ha comparecido en Moncloa para hacer balance de sus últimos seis meses al frente del Ejecutivo, en lo que se ha percibido como una puesta en escena forzada y plagada de triunfalismo irreal. Mientras la sombra de la corrupción acecha al PSOE —con su exnúmero tres, Santos Cerdán, en prisión— y las encuestas sitúan al PP y VOX con una mayoría absoluta holgada, el líder del Ejecutivo ha dejado claro que no tiene intención alguna de convocar elecciones anticipadas.

En lugar de asumir responsabilidades por los escándalos y la fragilidad parlamentaria extrema, Sánchez anunció que continuará gobernando “hasta 2027”, apoyándose en los fondos europeos como salvavidas presupuestario. “No pasa nada si no se aprueban los presupuestos, tenemos otras herramientas”, declaró, en una clara muestra de desprecio a las reglas básicas de la democracia parlamentaria.

Corrupción, desunión y promesas vacías

El desgaste del Gobierno es evidente: apenas 19 leyes aprobadas desde el 23J, una cada 37 días, el ritmo más bajo de toda la democracia. Mientras, miembros del propio PSOE, como Emiliano García-Page, ya han pedido públicamente que Sánchez se retire antes de hundir aún más al partido.

Lejos de aceptar su desgaste, el presidente ha intentado vender como “logros” una serie de medidas improvisadas, como la ampliación de los permisos de nacimiento —filtrada por Sumar antes del anuncio oficial—, y ha recuperado su manido plan de reunirse con el prófugo Carles Puigdemont, sin fecha ni contenido claro.

Además, Sánchez presume de “cumplir” el 45% de su programa cuando en realidad suma decretos como si fueran leyes, distorsionando las cifras reales. Lo que no menciona es que la coalición carece de nuevas propuestas y apenas se aferra a “mejoras menores” para seguir vendiendo humo a su electorado.

El último recurso: resistir sin proyecto

Sin mayoría, sin presupuesto, rodeado por investigaciones judiciales, sin apoyos firmes ni credibilidad, Sánchez opta por el inmovilismo y por gobernar “a golpe de decreto”, arrastrando al país por una senda de inestabilidad y deterioro democrático.

Mientras tanto, desde Podemos y otras formaciones, se le acusa de estar “atrincherado” y gobernar únicamente con el fin de blindarse frente a los escándalos y mantener intacto su poder personal.

Con un discurso plagado de consignas como “agenda social” o “mayoría social”, Sánchez intenta mantener vivo un relato que ya no conecta con la realidad ni con la ciudadanía, que asiste con escepticismo y hartazgo al colapso institucional de la izquierda en el poder.

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