Admite su “error” al confiar en sus exsecretarios de Organización, pero evita responsabilidades políticas reales. Feijóo le exige “confesar”, devolver el dinero y convocar elecciones.
Pedro Sánchez compareció este martes ante el Congreso con la intención de contener la grave crisis interna que sacude a su Gobierno tras el estallido del caso Cerdán, que salpica también al exministro Ábalos. En un intento por recuperar la iniciativa y el apoyo de sus socios parlamentarios, el presidente presentó un paquete de 15 medidas “anticorrupción” pactadas con la OCDE y partidos como Sumar, ERC o Bildu. Sin embargo, evitó cualquier gesto de autocrítica real o asunción de responsabilidades políticas.
“Vengo a asumir mi responsabilidad”, aseguró Sánchez desde la tribuna, flanqueado por aplausos de su bancada socialista. Pero la “asunción” no pasó de admitir que confió en las personas equivocadas, sin dar un paso más allá. “Desconocía las corruptelas en las que Ábalos y Cerdán pudieran estar metidos”, reiteró, desligándose de cualquier conocimiento previo de las irregularidades.
El presidente reconoció que llegó a pensar en dimitir, aunque rápidamente descartó la opción: “Tirar la toalla no es una posibilidad”. A cambio, insistió en que su “proyecto de país” sigue vigente y que su prioridad ahora es recuperar la confianza de sus socios de coalición, visiblemente molestos tras semanas de silencio institucional y desgaste mediático.
Medidas pactadas con la izquierda radical y bajo supervisión internacional
El plan anticorrupción de Sánchez incluye medidas como controles patrimoniales aleatorios y anuales a altos cargos, el uso de inteligencia artificial en la contratación pública y la creación de una agencia de integridad independiente, esta última exigencia directa de Sumar. El Gobierno también se compromete a perseguir a las “empresas corruptoras”, duplicar los plazos de prescripción y endurecer las sanciones económicas, calculadas esta vez sobre ingresos anuales, no solo beneficios.
Desde la tribuna, Sánchez lanzó un mensaje dirigido tanto a la izquierda independentista como al electorado progresista desencantado: “Vamos a cumplir hasta la última coma”, dijo, en referencia al pacto con la OCDE y los mecanismos de evaluación a 12 y 24 meses.
Feijóo: “No son reformas, son cosmética política”
El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, fue tajante en su respuesta. Calificó el paquete de medidas de “cosméticas” y tardías, y exigió al presidente “confesar la verdad, ayudar a devolver el botín y convocar elecciones generales”.
“El problema no es solo Ábalos o Cerdán. El problema es Sánchez y su forma de gobernar basada en el engaño y el reparto de poder entre los suyos”, señaló el líder popular. Feijóo también recordó que el PSOE ha actuado durante años con opacidad en cuestiones de financiación, contrataciones y privilegios institucionales.
El Gobierno evita hablar de elecciones y lanza ataques al PP y Vox
Lejos de asumir costes políticos reales, Sánchez y sus portavoces cargaron contra la oposición. La ministra Pilar Alegría acusó a Vox de “delirio xenófobo” por su propuesta migratoria, y atacó al PP por “blanquear la extrema derecha”. Pero evitaron en todo momento hablar de ceses, responsabilidades internas o convocatorias electorales.
Mientras tanto, los socios del Gobierno mantienen un silencio incómodo. Sumar ha respaldado parcialmente el plan, pero fuentes internas aseguran que la “credibilidad del Ejecutivo está seriamente tocada”.
En nonclusión un Gobierno cercado por sus contradicciones
Sánchez intenta desmarcarse de sus propios hombres fuertes mientras predica integridad. Sin embargo, el caso Cerdán-Ábalos ha destapado una red de favores, contratos y lealtades mal gestionadas dentro del PSOE. Con un Gobierno dependiente de una amalgama de socios, y una ciudadanía cada vez más escéptica, el verdadero test será si estas medidas son reales o simplemente humo para resistir hasta las próximas elecciones.



