El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha vuelto a sacar pecho del supuesto “sueño español” y de una economía que, según él, va como un “cohete”. Sin embargo, los datos oficiales lo contradicen: España lidera el paro en toda la Unión Europea, pierde cotizantes a la Seguridad Social y los contratos que se firman son en su mayoría temporales y precarios.
Afiliación y paro: datos demoledores
El último balance laboral confirma que la realidad dista mucho del optimismo gubernamental:
- Afiliación a la Seguridad Social: 21 865 503 personas, el tercer peor dato en 16 años.
- Paro registrado: 2 405 696, sin contar a los más de 800 000 fijos discontinuos, excluidos de la estadística oficial.
- La reducción del paro en un mes clave por la actividad turística fue el segundo peor dato en 14 años.
Lo que salva mínimamente las cifras son comunidades como Madrid, Galicia y Andalucía, no la gestión del Gobierno central.
España, líder en desempleo de la UE
Pese al triunfalismo de Sánchez, España mantiene los peores datos de paro de Europa:
- Paro total: 10,4% (casi el doble que el 5,9% de la UE).
- Paro juvenil: 24% (frente al 14,7% de la UE).
- Paro femenino: 11,7% (el doble que el 6% de la media europea).
En otras palabras: uno de cada cuatro parados de la zona euro es español.
Más contratos temporales y menos autónomos
La estructura laboral se degrada cada mes:
- Solo el 14,6% de los contratos son indefinidos a jornada completa.
- El 61,6% son temporales.
- Crecen los contratos a tiempo parcial y los fijos discontinuos, que inflan las estadísticas pero no generan estabilidad.
Mientras tanto, los autónomos —más de 3,4 millones— pierden fuelle: se han destruido 7 286 trabajadores por cuenta propia.
Un relato oficial desconectado de la realidad
Sánchez insiste en que España “nunca había vivido tan bien”, pero los españoles enfrentan paro récord, precariedad y pobreza:
- Somos el segundo país con mayor pobreza infantil en la UE.
- Terceros en pobreza relativa.
- Segundos en incapacidad de las familias para irse de vacaciones.
El supuesto “cohete económico” es, en realidad, un planeta ficticio en el que solo vive el presidente.