miércoles, octubre 15, 2025
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Sánchez vuelve a ser abucheado en el 12‑O: ni el protocolo le salva del rechazo ciudadano

a estrategia del Gobierno para silenciar el rechazo ciudadano fracasa en el Día de la Fiesta Nacional. Mientras la Casa Real es ovacionada, el presidente Pedro Sánchez intenta forzar el protocolo sin éxito. El debut de la Formación Mirlo, entre luces y sombras.

Rey Felipe

Un año más: vítores a los Reyes, abucheos a Sánchez

El 12 de Octubre, Día de la Fiesta Nacional, volvió a mostrar las dos Españas frente al escenario militar: por un lado, los vítores, aplausos y muestras de afecto hacia los Reyes y la Princesa de Asturias; por otro, los pitidos, silbidos y abucheos dirigidos con fuerza al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuya popularidad sigue desplomándose entre los ciudadanos.

Ni los intentos desesperados de La Moncloa de aislar al presidente, alejándolo del público, ni la modificación del protocolo habitual pudieron evitar que el clamor popular se hiciera oír. La estrategia de sincronizar su llegada con la de la Familia Real para diluir los pitos fracasó estrepitosamente, como ya ha ocurrido en años anteriores.

Un presidente cercado por la corrupción

El ambiente político tampoco ayudó. Pedro Sánchez llega al Día de la Hispanidad arrastrando una serie de escándalos judiciales que afectan directamente a su entorno más próximo: José Luis Ábalos y Santos Cerdán, pilares del PSOE, están señalados por la justicia, al igual que el hermano y la esposa del propio presidente, imputados por diversos casos que siguen abiertos en los tribunales.

El malestar social no es nuevo, pero en esta edición del desfile ha alcanzado un nuevo nivel de visibilidad, a pesar de los intentos de ciertos medios y televisiones públicas por manipular el sonido ambiente y tapar la reacción real del público.

El desfile: cifras, ausencias y novedades polémicas

La jornada militar reunió a 3 847 efectivos (86,4 % hombres y 13,6 % mujeres), 162 vehículos, 229 caballos y seis perros de unidades caninas. Sin embargo, la exhibición aérea se vio notablemente reducida: de las 74 aeronaves previstas, solo actuaron los cazas y la recién creada Formación Mirlo, ya que el techo nuboso impidió el despliegue completo.

La Formación Mirlo, con aviones Pilatus PC-21, intentó sustituir a la Patrulla Águila dibujando la bandera de España en el cielo. Sin embargo, los colores rojigualda quedaron casi blancos, debido a una mala calibración de los sistemas de humo. Una puesta en escena manifiestamente mejorable, que genera dudas sobre la capacidad operativa de esta nueva formación acrobática.

Un desfile politizado y lleno de ausencias

En las tribunas oficiales se notó la ausencia de Santiago Abascal, que decidió presenciar el desfile “desde la calle, con el pueblo”, un gesto que refuerza su cercanía con los ciudadanos. Tampoco asistieron algunos presidentes autonómicos, especialmente los de regiones afectadas por la DANA, como Murcia, Valencia o Baleares.

Destacó, por el contrario, la presencia de la infanta Sofía, que volvió desde Lisboa, donde estudia, para unirse a sus padres y su hermana, la Princesa Leonor. La Casa Real recibió una calurosa acogida por parte del público, en un ambiente que contrastó completamente con el recibido por el Gobierno.

Desfile terrestre y a pie: tradición y precisión militar

Tras la parte aérea, el desfile terrestre comenzó con la sección motorizada, donde destacaron los blindados del Ejército de Tierra, vehículos tácticos, radares y drones, seguidos por las unidades de la Armada, Ejército del Aire, Guardia Civil, Policía Nacional, y servicios de emergencia y rescate.

En la sección a pie, desfilaron alumnos de academias militares, compañías emblemáticas de las Fuerzas Armadas, y como colofón, las unidades de paso específico: La Legión, con su inconfundible marcha rápida y su carismático borrego “Baraka”; y los Regulares, con su paso lento y estética ceutí tradicional.

El desfile concluyó con las unidades a caballo: artillería de la Guardia Real, escuadrones de la Policía Nacional y la Guardia Civil, cerrando una ceremonia donde el espíritu militar brilló pese al ambiente político enrarecido.

¿Fiesta Nacional o termómetro del hartazgo popular?

La Fiesta del 12 de Octubre, más allá del homenaje a la Nación, se ha convertido en un reflejo nítido del hartazgo popular hacia un Gobierno que intenta aislarse del clamor ciudadano. La Casa Real, firme y cercana, fue el contrapunto perfecto a un presidente esquivo y reprobado, incapaz de conectar con la calle.

¿Estamos ante un caso de protocolo mal gestionado o ante un claro síntoma de pérdida de legitimidad popular? El pueblo ya ha hablado. Y ha pitado.

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