El archimandrita Andreas-Abraham Thiermeyer ha publicado un artículo en Kath.net en el que analiza el progresivo declive del cristianismo en Europa y la pérdida de influencia de la religión en la vida cotidiana de millones de personas.
Según el sacerdote, fenómenos como la pandemia, la guerra en Ucrania o las catástrofes naturales no han provocado un retorno masivo a la fe, como en otros tiempos se podía esperar, sino un distanciamiento espiritual y una indiferencia creciente hacia lo religioso.

«La máxima ‘la necesidad enseña a rezar’ ha perdido vigencia», señala Thiermeyer, citando al sociólogo Detlef Pollack, quien afirma que la religión ha dejado de ser una referencia común para interpretar la realidad.
Caída histórica en la pertenencia religiosa
En 2023, más de medio millón de personas abandonaron la Iglesia católica en Alemania, una cifra sin precedentes. Las Iglesias protestantes atraviesan una situación similar. Solo una minoría de fieles participa de forma regular en los servicios religiosos y los jóvenes muestran escasa vinculación con la religiosidad tradicional.
Entre las causas del fenómeno, Thiermeyer apunta a la diferenciación funcional de las sociedades modernas, la pluralidad de estilos de vida y la individualización de las creencias. En este contexto, las instituciones religiosas han perdido gran parte de sus antiguos roles sociales, que ahora cumplen otras instituciones como la escuela, la sanidad, la psicología o los medios de comunicación.
Un olvido silencioso
El sacerdote aclara que el retroceso de la fe no se debe únicamente a los escándalos eclesiales ni a una ofensiva contra la religión, sino a un olvido silencioso y progresivo. En su opinión, el fenómeno no responde a un enfrentamiento abierto con la Iglesia, sino a una falta de relevancia en la vida de las nuevas generaciones.
Una Iglesia más reducida, pero con esperanza
Para Thiermeyer, la respuesta de la Iglesia no debe centrarse solo en reformas estructurales, sino en una renovación espiritual. Subraya la importancia de una presencia cercana que escuche, acompañe y permanezca abierta a la acción del Espíritu Santo.
Aunque anticipa una Iglesia con menos influencia y número de fieles, considera que sigue siendo posible que resurja como un espacio de búsqueda de sentido y esperanza en medio de la sociedad actual.