El Kremlin sostiene que las medidas restrictivas de Bruselas no han cambiado su rumbo y afirma que han generado un mayor impacto en la economía europea que en la rusa.

El portavoz Dmitri Peskov afirmó que Rusia es inmune a las sanciones de la Unión Europea y señaló que los últimos tres años han demostrado que estas medidas no alteran la política del Kremlin.
Moscú responde a Bruselas
El portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, declaró este miércoles que la Unión Europea “se equivoca” si cree que las sanciones pueden influir en la política de Rusia.
“Los tres últimos años lo han demostrado elocuentemente los 18 anteriores paquetes de sanciones adoptados por la UE”, afirmó Peskov en su habitual rueda de prensa telefónica.
Según el Kremlin, las medidas no solo han resultado ineficaces para cambiar la postura de Moscú, sino que además han generado daños colaterales en la economía europea.
19º paquete de sanciones en debate
La Comisión Europea y la mayoría de Estados miembros trabajan en un 19º paquete de sanciones contra Rusia, aunque su aprobación se ha visto retrasada por las reticencias de Eslovaquia y Hungría, dos países que han mostrado reservas sobre el impacto de estas medidas en sus propias economías.
Peskov calificó esta estrategia comunitaria como una “política destructiva”, insistiendo en que Rusia no modificará sus decisiones por presiones externas.
Contexto
Desde el inicio de la guerra en Ucrania en 2022, la Unión Europea ha aprobado 18 paquetes de sanciones contra Rusia, que incluyen restricciones financieras, comerciales y tecnológicas. Moscú, por su parte, ha buscado reforzar sus vínculos económicos con China, India y otros países emergentes, como vía alternativa frente al aislamiento occidental.
El cruce de declaraciones refleja la persistente tensión entre Moscú y Bruselas. Mientras la UE insiste en mantener la presión económica, Rusia reafirma su postura de resistencia y busca mostrar que las sanciones no alteran sus políticas internas ni exteriores.
El pulso entre sanciones y resistencia sigue marcando la relación entre Rusia y la Unión Europea, con consecuencias que van más allá de la geopolítica e impactan directamente en la economía global.