Rusia ha advertido este lunes sobre el riesgo de una grave escalada en el conflicto de Ucrania si Estados Unidos llega a suministrar misiles de crucero Tomahawk a Kiev, con capacidad para alcanzar el interior del territorio ruso, incluida la capital, Moscú.
El debate surgió después de que el vicepresidente estadounidense, JD Vance, confirmara que Washington está estudiando una solicitud del Gobierno de Volodymyr Zelenskiy para obtener este tipo de armamento de largo alcance. Aunque el presidente Donald Trump aún no ha tomado una decisión definitiva, la posibilidad de este suministro refleja la creciente frustración en la Casa Blanca por la negativa del Kremlin a acordar un alto el fuego, incluso tras la cumbre celebrada en Alaska el mes pasado entre Trump y Vladimir Putin.

Alcance estratégico
Los misiles Tomahawk tienen un alcance de hasta 2.500 kilómetros, suficiente para impactar en Moscú y en buena parte de la Rusia europea si se lanzaran desde Ucrania. Según medios locales, Zelenskiy ha planteado que los misiles podrían adquirirse por países europeos aliados y transferirse posteriormente a Ucrania, con el fin de evitar una venta directa entre Kiev y Washington.
El Kremlin expresó su inquietud sobre cómo se gestionaría el control operativo de estos misiles. El portavoz Dmitri Peskov cuestionó públicamente:
“¿Quién determinará los objetivos? ¿Los propios ucranianos o los estadounidenses? ¿Y quién los lanzará?”, advirtiendo que la implicación directa de personal militar estadounidense sería vista como una provocación de alto riesgo.
Advertencias de Moscú
En paralelo, Andrei Kartapolov, jefe del comité de Defensa de la Duma, aseguró que cualquier especialista militar estadounidense que participase en operaciones de lanzamiento de Tomahawks desde Ucrania sería considerado un objetivo militar legítimo para Moscú.
“Y nadie podrá protegerlos. Ni Trump, ni Kellogg, ni nadie más”, sentenció.
Por su parte, el ex presidente ruso y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dmitri Medvédev, advirtió a Europa de que una guerra abierta con Rusia implicaría riesgos “inaceptables”, incluido el peligro de un “accidente nuclear fatal”.
Reacciones desde Washington
En Estados Unidos, Keith Kellogg, enviado especial a Ucrania, respaldó públicamente la necesidad de que Kiev disponga de capacidad de ataque profundo contra Rusia.
“No existen santuarios. Es momento de golpear en el interior”, declaró a Fox News.
El mensaje del Kremlin
A pesar de las amenazas, el Kremlin insistió en que la eventual llegada de misiles Tomahawk no supondría un cambio decisivo en el conflicto.
“No existe ninguna panacea que pueda alterar la situación en el frente para el régimen de Kiev. Ni Tomahawks ni otros misiles modificarán la dinámica actual”, afirmó Peskov, en referencia a los avances que Moscú asegura estar logrando en el este de Ucrania.
Con el debate abierto y el reloj diplomático corriendo, la posibilidad de que Estados Unidos autorice el envío de Tomahawks coloca a Europa y a la comunidad internacional ante un nuevo punto de tensión que podría definir la evolución de la guerra en los próximos meses.