El robo de más de 100 millones de dólares en joyas del Museo del Louvre suma dos nuevos implicados. Mientras crece el escándalo internacional, Francia guarda silencio sobre los fallos de seguridad que permitieron este asalto sin precedentes.

El golpe que avergüenza a Francia
El escandaloso robo de joyas en el Museo del Louvre continúa dejando al descubierto las grietas del sistema de seguridad francés. Esta semana, una mujer de 38 años y un hombre de 37, ambos con supuestos vínculos delictivos, han sido formalmente acusados por su participación en el asalto que conmocionó al mundo del arte.
La cifra robada es impactante: más de 102 millones de dólares en joyas históricas, extraídas de la Galería de Apolo, una de las salas más icónicas del museo parisino.
Ambos sospechosos han sido imputados por robo organizado y asociación delictiva. A pesar de negar su participación, la justicia francesa los mantiene en prisión preventiva, mientras la investigación continúa.
Un robo cinematográfico con sello argelino
El robo ocurrió hace dos semanas. Dos encapuchados, perfectamente organizados, utilizaron un montacargas para acceder al segundo piso del museo. Una vez dentro, rompieron las vitrinas con herramientas eléctricas, extrajeron las joyas y huyeron en scooters conducidos por cómplices.
La operación fue rápida, silenciosa y devastadora. La policía francesa no tardó en detener a los primeros dos sospechosos:
- Un argelino de 34 años, residente en Francia desde 2010, capturado cuando intentaba volar a Argelia.
- Un francés de 39 años, ya bajo supervisión judicial por robo agravado.
Ambos vivían en Aubervilliers, un barrio del norte de París conocido por su alto índice de criminalidad y presencia de redes organizadas.
Ahora se suma una mujer originaria de La Courneuve, también en la periferia norte, lo que refuerza las sospechas de que este robo responde a una red perfectamente estructurada y no a un hecho aislado.
Una vergüenza nacional
A día de hoy, no se ha recuperado ni una sola joya, lo que agrava el impacto político y diplomático de este caso. El robo no solo atenta contra el patrimonio cultural europeo, sino que expone la vulnerabilidad del museo más visitado del mundo.
La inacción del Gobierno francés ante un fallo de seguridad de semejante magnitud ha generado una oleada de críticas, tanto dentro como fuera del país. ¿Cómo es posible que dos encapuchados entren, roben y escapen sin ser interceptados en pleno corazón de París?
¿Falló la seguridad o fue complicidad?
Las preguntas son inevitables:
- ¿Cómo accedieron a una ventana del segundo piso sin activar ninguna alarma?
- ¿Dónde estaban los guardias de seguridad durante el asalto?
- ¿Por qué no se han difundido imágenes de las cámaras de vigilancia?
Algunos analistas franceses apuntan ya a complicidad interna o negligencia deliberada, especialmente porque el museo había reducido su personal de vigilancia por “ajustes presupuestarios”.
El caso del robo al Louvre es ya uno de los mayores escándalos culturales de la década. Francia no solo ha perdido un tesoro invaluable, sino que ha quedado retratada como un país incapaz de proteger su propio patrimonio.
¿Fue un simple robo o el síntoma de un Estado débil ante el crimen organizado?
Por ahora, los millones desaparecidos y la indignación internacional siguen en aumento. Y el Louvre, símbolo del arte y la civilización europea, ha quedado manchado por la vergüenza.



