El fútbol es mucho más que un deporte para Pedro Vicente López. A sus 46 años, este entrenador venezolano-español, nacido en Caracas y afincado en Valencia desde 2022, ha hecho de su pasión una misión: usar el fútbol como herramienta de formación, inclusión y desarrollo social.

Con más de 27 años dedicados exclusivamente al fútbol, Pedro Vicente ha dejado una huella que trasciende los títulos —28 en Venezuela— o los logros académicos —licenciado en Educación Física, máster en Biomecánica y en camino de completar la máxima titulación como entrenador en Europa—. Su verdadero mérito es el impacto que genera en las personas con las que trabaja, desde niños hasta adultos.
En el SOLLANA CF, su actual club en la Comunidad Valenciana, Pedro Vicente cumple múltiples roles: dirige equipos de fútbol base con niños de apenas 8 años, entrena a hombres y mujeres amateurs, coordina el área femenina del club y actúa como preparador físico. Su enfoque va más allá de la táctica o la preparación física: busca que cada jugador aprenda valores como la disciplina, el trabajo en equipo y la superación personal.
“Mi único mérito es amar mi trabajo”, afirma. Esa dedicación se traduce en un compromiso constante con la formación de jóvenes, muchos de ellos en etapas claves de su vida. Su estilo intenso, cercano y motivador logra que sus equipos no solo crezcan en lo deportivo, sino también en lo humano.
Pedro Vicente también ha hecho del fútbol un espacio de inclusión, donde mujeres, hombres y niños tienen las mismas oportunidades para desarrollarse. En un entorno tan competitivo, apuesta por el crecimiento integral de sus jugadores, inculcando respeto, esfuerzo y amor por el deporte.
Su impacto social también está marcado por la gratitud y el ejemplo: agradece a su familia —su madre, su padre ya fallecido, su esposa y sus hijos, a quienes también entrena— por el apoyo constante, y transmite a cada grupo que lidera que el fútbol puede ser un camino de vida.
Su sueño de entrenar algún día al Real Madrid sigue vivo, pero mientras tanto, Pedro Vicente ya cumple otro sueño igual de valioso: aportar a la sociedad a través del deporte, formar personas antes que futbolistas y demostrar que el fútbol es una escuela de vida.
En este mundo tan disperso y donde el individualismo parece imponerse sobre lo colectivo, el ejemplo de Pedro Vicente nos recuerda que la verdadera grandeza no solo se mide en trofeos, sino en la capacidad de formar, guiar y transformar vidas. Su actitud de servicio y formación social es un pilar para nuestra sociedad, porque demuestra que el deporte puede ser el puente que conecta generaciones, valores y sueños compartidos.