La tecnológica de Sam Altman ultima el lanzamiento de un navegador con inteligencia artificial que podría dinamitar el ecosistema actual de la web, cuestionando el papel de Google, los medios y los creadores de contenido.
El nuevo pulso tecnológico entre gigantes se intensifica. OpenAI, la empresa de inteligencia artificial respaldada por Microsoft, prepara su mayor ofensiva contra Google con el inminente lanzamiento de un navegador web propio. Así lo ha adelantado en exclusiva la agencia Reuters y ha sido confirmado por fuentes del entorno de la compañía. El movimiento apunta directamente al corazón del negocio de Alphabet: el control del acceso a Internet.
Lejos de limitarse a competir con Google Chrome –utilizado por más del 66% de los internautas a nivel mundial–, OpenAI pretende ir más allá: redefinir la forma en que navegamos, buscamos y consumimos información online. Y lo quiere hacer desde la inteligencia artificial generativa, con una interfaz centrada en productividad y resultados inmediatos, sin enlaces ni intermediarios.
¿Adiós a Google y al modelo de Internet actual?
Desde el lanzamiento de ChatGPT en 2022, el uso de buscadores tradicionales ha comenzado a resentirse. Ya no es necesario consultar decenas de enlaces ni navegar por webs saturadas de publicidad: los nuevos asistentes basados en IA ofrecen respuestas directas, personalizadas y más eficientes. Este fenómeno no solo amenaza a Google, sino también al periodismo, al comercio electrónico y a todos los sectores que viven del tráfico web.
Con su nuevo navegador –del que aún no se conocen detalles técnicos– OpenAI aspira a convertirse en el intermediario por defecto entre el usuario y el conocimiento, lo que supondría el jaque definitivo a la hegemonía de Google y una mutación profunda en el modelo digital actual.
Carlos Fenollosa, profesor de IA en la Universidad Politécnica de Cataluña, lo resume con claridad: “La web está desapareciendo. Las plataformas toman el control. Y OpenAI quiere ser la que lo tenga.”
¿Innovación o nuevo monopolio?
La paradoja es evidente. Mientras OpenAI se presenta como el “renovador del acceso a la red”, en realidad está construyendo su propio ecosistema cerrado. Si antes el problema era el monopolio de Google, ahora lo puede ser el de OpenAI. La diferencia es que este nuevo monopolio, basado en IA y suscripciones, se presenta como inevitable y, por ahora, libre de sanciones.
OpenAI ya ha tanteado el terreno con ChatGPT Search, una función basada en Bing que ofrece respuestas en tiempo real acompañadas de fuentes (que nadie pincha). El siguiente paso es el navegador completo, que podría ser lanzado a la vez que ChatGPT-5, su modelo más potente.
Además, OpenAI ha reconocido durante el juicio antimonopolio que enfrenta a Google en EE.UU. que estarían interesados en comprar Chrome si los tribunales obligan a su venta. ¿Competencia o simple reemplazo de un monopolio por otro?
El futuro que viene: IA, plataformas cerradas y usuarios cautivos
Con 800 millones de usuarios semanales y una tecnología que avanza a pasos agigantados, OpenAI se posiciona como el actor más temido del sector. La comodidad que ofrece la IA está ganando terreno entre los consumidores. Ya no se trata solo de buscar vuelos o resolver dudas, sino de delegar decisiones, compras, gestiones y hasta diagnósticos. Todo, en manos de agentes artificiales que nos conocerán mejor que nosotros mismos.
La pregunta que queda en el aire es si, en nombre del progreso, estamos regalando nuestra libertad digital. Lo que está en juego no es solo la batalla por el tráfico, sino el control de la información, de la atención y, en última instancia, del pensamiento.



