Los gigantes tecnológicos invierten millones en capacitar a docentes en el uso de inteligencia artificial, mientras expertos advierten de los riesgos éticos y educativos.
La carrera de las big tech por adentrarse en las aulas se acelera. Esta semana, la Federación Estadounidense de Maestros (AFT, por sus siglas en inglés) anunció la creación de un centro nacional de capacitación en inteligencia artificial para educadores, financiado con 23 millones de dólares aportados por Microsoft, OpenAI y Anthropic.
El centro, que abrirá en otoño en la ciudad de Nueva York, ofrecerá talleres prácticos para enseñar a los docentes cómo utilizar la IA generativa —como ChatGPT, Copilot y Khanmigo— en tareas como generar planes de clase o comunicados para padres.
Según Randi Weingarten, presidenta del sindicato que agrupa a 1,8 millones de educadores en EE.UU., el objetivo es “crear un espacio donde los docentes y desarrolladores tecnológicos trabajen juntos” para aplicar la IA de forma ética, segura y útil en el aula.
El entusiasmo tecnológico y las señales de alerta
Mientras empresas como Google, Apple y Amazon se suman a la ola de “educación con IA”, proliferan los cuestionamientos. Un estudio de Carnegie Mellon y Microsoft advirtió que el uso excesivo de IA podría debilitar el pensamiento crítico de los estudiantes, y otro informe alertó sobre errores graves de los chatbots al resumir libros legales, comprometiendo el aprendizaje.
Incluso Brad Smith, presidente de Microsoft, reconoció el riesgo: “La lección de las redes sociales es no ignorar los problemas”.
¿Educación o fidelización de marca?
Para críticos como Trevor Griffey, académico de la Universidad de California, este tipo de alianzas son un caballo de Troya:
“Es una inversión a largo plazo para convertir a los jóvenes en consumidores leales de las marcas de IA”, afirmó, aludiendo al uso de Minecraft, Copilot y otras herramientas con clara identidad comercial en los talleres docentes.
Además, los sindicatos académicos recuerdan que muchas IA han sido entrenadas con contenidos extraídos sin permiso de autores y periodistas, lo que motivó demandas como la del New York Times contra OpenAI y Microsoft por violación de derechos de autor.
La otra cara del aula: maestros adaptándose o quedando atrás
A pesar de las críticas, muchos educadores —como Peter Bass, profesor de primer grado en Manhattan— se muestran curiosos ante el potencial de la IA.
“Siempre redacté mis cartas a los padres de forma personalizada… pero si esto puede ayudarme a optimizar el tiempo, vale la pena explorarlo”, comentó tras usar por primera vez un chatbot en un taller.
Reflexión final: ¿hacia una educación verdaderamente moderna o condicionada por Silicon Valley?
La implementación masiva de IA en la educación marca un punto de inflexión global. Lo que hoy comienza como una formación en Nueva York ya se refleja en proyectos similares en California, Miami y otros países. La promesa de eficiencia y personalización convive con el peligro de perder pensamiento crítico, diversidad pedagógica y control ético.
¿Será esta la vía hacia una verdadera modernización educativa… o simplemente el inicio de una educación gobernada por algoritmos privados?
Y la pregunta inevitable: ¿serán los maestros quienes lideren este cambio necesario… o serán arrastrados por una ola que no han pedido?



