La compañía liderada por Zuckerberg rechaza un marco voluntario que, según tacha de excesivo, puede frenar el desarrollo de “modelos frontera” y ahogar a las empresas europeas.
El pulso de Meta a la UE
Joel Kaplan, director de Asuntos Globales de Meta, ha anunciado en LinkedIn que su empresa no firmará el Código de Prácticas para IA de Propósito General (GPAI) promovido por la Comisión Europea. Según Kaplan, este documento añade incertidumbres legales, introduce requisitos “más allá del alcance” de la Ley de IA y amenaza con «frenar el desarrollo y despliegue de modelos avanzados en Europa».
¿Qué exige este código?
Aunque es voluntario, el texto insta a las firmas a:
- Documentar exhaustivamente su tecnología.
- Prohibir entrenar modelos con contenido pirateado.
- Respetar derechos de autor si el creador lo solicita.
- Realizar evaluaciones de transparencia, seguridad y riesgo.
Las empresas que lo suscriban obtendrán mayor certeza legal, reducción de inspecciones y ventaja en contratos públicos.
La crecida de tropas: gigantes respaldan el boicot
Meta no está sola. Bosch, Siemens, SAP, Airbus, BNP, entre otros 44 colosos europeos, firmaron una misiva pidiendo frenar la implementación del código por su carácter desproporcionado. Google y Microsoft también han solicitado más tiempo para cumplir.
Un riesgo calculado en el tablero global
La implementación entra en vigor el 2 de agosto, y los grandes actores de IA como OpenAI y Google ya se preparan para cumplir o firmar. Meta, al negarse, expone su voluntad de evitar frenos legales en Europa .
Este gesto puede traer consecuencias:
- Expulsión de contratos públicos en la UE.
- Mayor escrutinio regulatorio o sanciones.
- Percepción pública negativa por no adherirse a exigencias europeas.
Pero también:
- Mantiene flexibilidad tecnológica sin barreras legales.
- Refuerza su posición en mercados fuera de Europa, menos regulados.
El gran dilema europeo: ¿control o competitividad?
La UE aspira a ser líder en una IA segura, transparente y respetuosa de derechos fundamentales. Sin embargo, la presión de las grandes tecnológicas plantea dudas sobre si esas normas ahogarán la innovación.
Europa avanza: la Ley de IA se implementa el 2 de agosto y el código será referencia hasta finales de año. Pero el rechazo de Meta deja en evidencia un choque de modelos: regulación estricta frente a libertad de desarrollo.
¿Puede Europa mantener su estándar ético sin perder el tren tecnológico?