En el cierre de la cumbre de los BRICS celebrada en Río de Janeiro, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha reaccionado con molestia ante el aviso del mandatario estadounidense, Donald Trump, sobre la posible imposición de aranceles del 10% a los países que apoyen políticas contrarias a los intereses de Estados Unidos. Lejos de mantener la diplomacia, Lula acusó a Trump de actuar como un “emperador” y tachó de “irresponsable” su advertencia.
El comentario se produjo después de que Trump publicara en su red social Truth Social una advertencia directa a las naciones alineadas con las políticas del bloque emergente BRICS, ampliado ahora a 11 miembros, entre ellos Irán, China y Rusia. El mensaje fue claro: “No habrá excepciones”.
Lula, entre victimismo y retórica
“No queremos un emperador. Somos países soberanos”, sentenció Lula en rueda de prensa, en un tono más propio de una campaña ideológica que de una respuesta de Estado. En lugar de entablar diálogo económico o defender sus alianzas con argumentos sólidos, el presidente brasileño prefirió victimizarse y lanzar dardos a través de la prensa, acusando a Trump de usar redes sociales para ejercer presión global.
Ley de reciprocidad… cuando conviene
Lula también se permitió recordar que “cada país es dueño de su nariz” y que si EE. UU. puede aplicar aranceles, el resto de países también puede hacerlo en reciprocidad. Sin embargo, obvió mencionar que muchos de los países BRICS mantienen relaciones comerciales altamente dependientes del acceso al mercado estadounidense y que han aplicado históricamente barreras no arancelarias contra Occidente.
BRICS: ¿bloque de cooperación o frente antioccidental?
Las reacciones de Moscú y Pekín tampoco se hicieron esperar. Ambas potencias –conocidas por sus modelos autoritarios– rechazaron la advertencia de Washington, aunque intentaron suavizar el tono declarando que los BRICS “no nacieron para oponerse a ningún otro país”.
A pesar de ello, la declaración final de la cumbre no dejó dudas sobre el sesgo del grupo, denunciando lo que denominan medidas “unilaterales y proteccionistas”, en clara alusión a Estados Unidos, aunque evitando mencionar directamente a Trump.
Trump, firme en su visión
Mientras tanto, el presidente Trump mantiene el rumbo claro: defender la industria, el dólar y los intereses de los ciudadanos estadounidenses, aunque eso implique desafiar las estructuras globalistas y los bloques emergentes que buscan debilitar el papel de EE. UU. en el comercio internacional.
Con esta postura, el líder republicano reafirma su estrategia de priorizar soberanía económica y seguridad comercial, enviando un mensaje directo a quienes pretendan erosionar la hegemonía occidental desde bloques opacos y sin control democrático.



