La OTAN ha desplegado drones militares no tripulados en el mar Báltico con una misión clave: vigilar la actividad naval de Rusia, incluyendo buques de guerra y embarcaciones mercantes vinculadas al Kremlin. Esta acción forma parte de la iniciativa estratégica Task Force X, y busca reforzar el control y monitoreo de una de las zonas geopolíticamente más sensibles de Europa.
Durante el operativo, llevado a cabo en junio, se utilizaron embarcaciones autónomas como los Voyager de Saildrone, capaces de operar sin tripulación durante días, incluso bajo condiciones meteorológicas adversas. Estas unidades han rastreado con éxito cientos de navíos diarios en el Golfo de Finlandia y el Báltico occidental, identificando tanto amenazas simuladas como objetivos reales difíciles de detectar.
Objetivo: la “flota en la sombra” rusa
El despliegue tiene como foco especial la llamada flota en la sombra, compuesta por petroleros sin seguro y embarcaciones obsoletas utilizadas por Moscú para esquivar sanciones internacionales. Estos barcos, muchas veces sin bandera clara, representan un riesgo no solo estratégico, sino también ambiental y comercial.
Innovación táctica al servicio de la Alianza
La operación representa un salto tecnológico en la doctrina defensiva de la OTAN. Gracias a la integración de sistemas autónomos con inteligencia artificial, los mandos aliados pueden acceder a datos en tiempo real, con una visión operacional clara y permanente de los movimientos en la zona.
“Estas tecnologías permiten vigilancia continua sin exponer vidas humanas, y refuerzan nuestra capacidad de disuasión ante posibles amenazas rusas”, señalan fuentes militares aliadas.
La tensión en el Báltico no cede
El mar Báltico ha sido epicentro de movimientos navales crecientes desde el inicio del conflicto en Ucrania. El refuerzo de vigilancia por parte de la OTAN no solo busca frenar el avance encubierto ruso, sino también enviar una señal clara de que la seguridad europea no será vulnerada sin respuesta.



