Cada año, decenas de miles de rayas mobula invaden las aguas del Mar de Cortés, en Baja California Sur, protagonizando la mayor migración de rayas en el mundo. Este fenómeno marino, de belleza sobrecogedora y precisión biológica, se ha convertido en uno de los espectáculos naturales más impresionantes del planeta.
El asombroso desfile de rayas en el Mar de Cortés
Desde abril hasta agosto, y nuevamente entre noviembre y enero, el litoral de Baja California Sur se convierte en escenario de un evento sin igual: gigantescos bancos de rayas mobula se agrupan en lo que expertos denominan una “fiebre de mobulas”. Las aguas cálidas y ricas en nutrientes de la zona actúan como un imán para estas criaturas, que llegan atraídas por la abundancia de zooplancton.
La magnitud del fenómeno es tal que, desde el aire o bajo el agua, se pueden ver literalmente miles de rayas desplazándose en perfecta sincronía, como si de una danza marina se tratara. Este espectáculo, además de ser un regalo para los sentidos, representa un hito en la biodiversidad marina.
Más que un fenómeno: un termómetro ecológico
La migración de las rayas mobula no es solo un evento visualmente impactante. También funciona como un indicador ecológico de la salud del océano. La subida de aguas frías que enriquece el Mar de Cortés con nutrientes esenciales crea las condiciones perfectas para este despliegue natural, convirtiendo a la región en un auténtico santuario de vida marina.
Pero este equilibrio es frágil. Las mobulas, pese a su abundancia aparente, están catalogadas como especie vulnerable, debido a su baja tasa de reproducción —solo una cría cada uno o dos años—. La pesca incidental, la contaminación y el turismo irresponsable amenazan seriamente a esta especie.
Un atractivo turístico que debe ser protegido
El fenómeno ha dado impulso al ecoturismo marino en México, atrayendo a miles de visitantes nacionales e internacionales. Documentales de renombre y fotógrafos submarinos han inmortalizado estas escenas, convirtiendo a las rayas mobula en embajadoras del océano. No obstante, este tipo de turismo debe gestionarse con responsabilidad para no alterar el delicado equilibrio del ecosistema.
El mayor espectáculo marino del mundo ocurre frente a nuestras narices, y aún así sigue siendo un gran desconocido para muchos. ¿Seremos capaces de proteger esta maravilla natural antes de que sea demasiado tarde?



