El 19 de agosto de 2025, Día Mundial de la Fotografía, llega con un sabor amargo: Kodak, la histórica compañía que convirtió la fotografía en un fenómeno de masas, enfrenta una deuda de 500 millones de dólares y podría estar viviendo su capítulo final.
La bancarrota que marca el fin de una era
En Wall Street, las acciones de Kodak se desplomaron un 25,29%, reflejando el derrumbe de un modelo de negocio que alguna vez fue sinónimo de innovación. Tras el fracaso de su intento de reinventarse como proveedor farmacéutico durante la pandemia de COVID-19, la compañía vuelve a estar contra las cuerdas.
La pregunta es inevitable: ¿se convertirá Kodak en un recuerdo del pasado o hallará una improbable salvación?
De la gloria a la decadencia
Kodak fue pionera en el siglo XIX, democratizando la fotografía con el lema: “Usted apriete el botón, nosotros hacemos el resto”. Su historia incluye hitos como la victoria judicial contra Polaroid o el liderazgo mundial en fotografía analógica.
Sin embargo, los errores estratégicos fueron fatales:
- Ignoró el potencial de la fotografía digital.
- Se declaró en quiebra en 2012.
- Intentó un regreso con el apoyo del gobierno de Donald Trump, diversificando hacia la producción de fármacos.
Hoy, esas apuestas parecen insuficientes.
Reflexión: ¿final o renacimiento?
El colapso de Kodak no es solo el ocaso de una empresa: simboliza la muerte de un modelo industrial que marcó generaciones. Para millones de fotógrafos, aficionados y profesionales, el destino de la compañía es también el destino de un legado cultural.
El dilema está planteado: ¿resurgirá Kodak apoyada por nostálgicos e innovadores, o pasará definitivamente a la vitrina de la historia como otro gigante que no supo adaptarse?