El socialista José María Ángel Batalla, investigado por un título universitario falso, ha sido hospitalizado de urgencia en Valencia. Su renuncia y su carta cargada de reproches destapan la tensión interna en el PSOE.
Ingreso de urgencia tras un intento de suicidio
El ex comisionado especial del Gobierno para la Reconstrucción por la DANA, José María Ángel Batalla, de 68 años, fue ingresado este viernes en el hospital de Llíria (Valencia) tras un intento de suicidio, según fuentes oficiales del servicio de bomberos. Se encuentra estable.
El suceso se produce apenas una semana después de que presentara su dimisión como comisionado, tras la investigación que lo señala por falsificar un título de diplomado en Archivística y Biblioteconomía de la Universidad de Valencia, hallado en su expediente como funcionario en la Diputación de Valencia.
Renuncia en medio de un escándalo por falsificación
El pasado 31 de julio, Batalla comunicó su renuncia al ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, defendiendo su inocencia y asegurando que “jamás” ha falsificado documento alguno. Denunció “reiteradas actitudes de inquina” desde su nombramiento, que —según él— tenían como único objetivo “socavar, dañar y manchar” su trayectoria política.
Un informe de la Agencia Valenciana Antifraude concluye que el dirigente socialista habría falsificado el título para acceder a la administración pública hace más de cuatro décadas.
Una carta cargada de reproches y victimismo político
En su misiva de renuncia, Batalla se presenta como víctima de un “procedimiento inquisitorial, secreto y malintencionado”, y afirma que su acceso al puesto de funcionario fue legal y reglamentario. Critica que se ponga en entredicho su “honestidad y honor” y asegura que ha aclarado las dudas sobre su expediente.
“Frente al ruido, la sospecha o el oportunismo, me quedo con la conciencia tranquila… Porque servir es lo contrario de servirse”, escribió, insistiendo en que se le acusa “sin pruebas” y sin derecho a defenderse.
Un final abrupto y dramático
En la parte más dura de su carta, Batalla reconoce que “no aguanta” la presión, que su amor al partido y su compromiso con el Gobierno le llevan a dar un paso al lado, y que lo hace para proteger a su familia del “desgaste incansable” al que se siente sometido.
Se despide diciendo que dedicará “todo su tiempo y fuerzas” a defender su verdad, mientras la investigación por la supuesta falsificación sigue abierta.
Un nuevo golpe a la credibilidad socialista
El caso Batalla reabre el debate sobre la integridad en la política española y la gestión de escándalos en el PSOE. Mientras los socialistas intentan presentar el asunto como un ataque injustificado, la presencia de un informe oficial que apunta a una falsificación mina la credibilidad del partido y alimenta la percepción ciudadana de que el poder se protege a sí mismo incluso en los casos más graves.