Tel Aviv responde a la presión internacional abriendo parcialmente el flujo de ayuda humanitaria a Gaza, pero lo hace bajo un nuevo modelo que excluye a la ONU y prioriza el control israelí: sólo podrán operar comerciantes locales aprobados por el Gobierno.
Una apertura controlada bajo supervisión militar
La autoridad militar israelí COGAT ha confirmado que Israel habilitará la entrada progresiva de productos básicos a Gaza a través de comerciantes del sector privado. Este nuevo modelo ha sido aprobado por el gabinete de Netanyahu con la intención de reducir la dependencia de la ayuda internacional, especialmente la canalizada por la ONU y ONGs afines, y controlar directamente quién entra y qué entra en el enclave.
Entre los productos permitidos figuran alimentos básicos, fórmulas infantiles, frutas, verduras y productos de higiene, pero todos serán filtrados por criterios militares y logísticos.
¿Humanitarismo o control geoestratégico?
La medida llega en un momento de fuerte presión diplomática. Imágenes de niños palestinos muriendo de hambre, junto a vídeos publicados por Hamás mostrando a rehenes en condiciones inhumanas, han escandalizado a las potencias occidentales. La reacción ha obligado a Israel a buscar fórmulas alternativas de ayuda sin ceder el control a Naciones Unidas ni a entidades externas.
Según la ONU, Gaza necesita al menos 600 camiones de ayuda diarios, mientras que las cifras actuales —incluso con esta nueva fórmula— están muy por debajo de esa cantidad.
Hamás propone tregua a cambio de ayuda para los rehenes
Hamás ha lanzado una oferta directa: se declara dispuesto a coordinar con la Cruz Roja la entrega de ayuda a los rehenes, pero exige a cambio corredores humanitarios estables y el cese de los bombardeos durante el reparto.
Hasta ahora, 50 rehenes siguen en poder de Hamás, pero se cree que solo 20 están aún con vida, según estimaciones del Gobierno israelí.
Choque con la ONU y desconfianza internacional
La ONU ha criticado severamente la estrategia israelí, sobre todo después de que Tel Aviv propusiera canalizar la ayuda a través de la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), una organización con vínculos con exagentes de la CIA y empresas estadounidenses de seguridad.
La ONU rechazó tajantemente el modelo de GHF, acusando a Israel de militarizar la ayuda y provocar desplazamientos forzados. Desde mayo, más de 1 000 palestinos han muerto cerca de puntos de distribución, muchos en zonas operadas por GHF, aunque la organización niega cualquier responsabilidad directa.
El contexto: la guerra más larga y costosa
La guerra estalló tras el brutal ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, en el que murieron 1 200 israelíes y fueron capturados 251 rehenes. Desde entonces, la respuesta israelí ha causado más de 60 000 muertos en Gaza, según cifras palestinas no verificadas, que no distinguen entre combatientes y civiles.
¿Alivio real o parche propagandístico?
La apertura controlada de ayuda por comerciantes podría ser vista como un paso hacia una desescalada. Pero sin un corredor humanitario robusto, y con el enclave devastado, todo apunta a que esta medida será más cosmética que efectiva.
Israel mantiene firme su doctrina: no habrá tregua sin rehenes. Hamás, por su parte, exige la suspensión total de las operaciones militares. Y en medio, la población civil sigue siendo rehén del bloqueo, la propaganda y el conflicto interminable.