Castilla y León vive una de las jornadas más dramáticas del verano con incendios que arrasan parajes naturales de alto valor ecológico. Mientras los equipos de emergencias luchan por controlar las llamas, la tensión política se ha encendido tanto como el fuego.
El ministro de Transportes, Óscar Puente, lanzó duras acusaciones contra el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, acusándole de estar “de farra” en lugar de coordinar personalmente la lucha contra el fuego. “En momentos así, un presidente debe liderar desde el terreno, no desde un evento social”, declaró Puente.
Mañueco no tardó en responder, defendiendo su gestión y asegurando que estuvo presente “desde el primer minuto”, aunque fuentes locales señalan que no llegó a la zona afectada hasta 36 horas después de iniciarse el primer foco.
La polémica se intensificó con la entrada en escena de Alberto Núñez Feijóo, quien acusó al Gobierno central de Pedro Sánchez de llegar “tarde y mal” en la coordinación de recursos. “Esta crisis demuestra una preocupante falta de respuesta y de coordinación institucional”, afirmó el líder del PP.
El episodio ha dejado claro que la tragedia natural se ha convertido también en un campo de batalla político, donde las prioridades parecen más centradas en el desgaste del adversario que en la cooperación para frenar la catástrofe. Mientras tanto, vecinos, brigadas forestales y voluntarios siguen combatiendo el fuego con la urgencia de quien ve su tierra y su patrimonio natural consumirse por las llamas.



