
Gregorio Manzano y la odisea de 760 km diarios entrenando al Talavera
Una hazaña olvidada que marcó la historia del fútbol modesto español
Durante dos temporadas entre 1996 y 1998, Gregorio Manzano dirigió al Talavera Club de Fútbol, un equipo que estuvo a un solo gol de ascender a Segunda División, un logro nunca conseguido por el club cerámico. Lo realmente sorprendente no fue sólo el rendimiento del equipo, sino la dedicación inquebrantable de Manzano: cada día recorría 760 kilómetros entre Jaén y Talavera para compaginar su trabajo como profesor con los entrenamientos, enfrentándose a un sistema administrativo que le negó el traslado oficial.
El contexto y las trabas que nunca contaron
En la última jornada del playoff en 1998, el Talavera disputó un partido en Beasain en condiciones anómalas, con un campo encharcado pese a ser pleno verano, circunstancias que Manzano atribuye a obstáculos fuera del control del equipo. Mientras tanto, jugadores de Dubeasain disfrutaban de vacaciones en Andalucía financiadas por hosteleros, un hecho que abre preguntas sobre la imparcialidad y la influencia externa en categorías inferiores de nuestro fútbol.
El espíritu militante y las consecuencias de la burocracia
El núcleo de esta historia es el choque entre la immutabilidad burocrática española y la pasión legítima por el deporte. Manzano personifica esta lucha: funcionario público, rechazado en su petición de traslado, el entrenador se sacrificó postergando su confort familiar y profesional para impulsar un proyecto deportivo. Se trata de un ejemplo de resiliencia que evidencia cómo las estructuras estatales pueden desincentivar el talento y la vocación.
Reflexiones finales desde una perspectiva española conservadora
Este relato debería hacernos cuestionar la tendencia al favoritismo y la intervención política en el deporte nacional, dónde la meritocracia y el esfuerzo, como los demostrados por Manzano y el Talavera, quedan relegados ante intereses espurios. La España de abajo, la que trabaja y lucha, debe ser prioridad frente a cloacas y subvenciones opacas. El fútbol modesto es la base que se debe proteger sin interferencias ni manipulación.



