El empresario y magnate tecnológico Elon Musk ha dado un nuevo paso en su creciente implicación política al anunciar la creación de un nuevo partido en Estados Unidos: la America Party. Según declaró, el objetivo de esta formación es claro: “Devolver la libertad a los ciudadanos estadounidenses” y plantar cara al sistema bipartidista, al que calificó de “corrupto y decadente”. El anuncio, realizado el pasado 5 de julio —coincidiendo con el Día de la Independencia— ha generado un fuerte impacto mediático y político en Norteamérica.
La decisión de Musk llega tras su ruptura con el expresidente Donald Trump, motivada por la aprobación de una controvertida ley de recortes fiscales y gasto público masivo que Musk ha criticado duramente por considerarla “insostenible” para las cuentas del país. Lejos de quedarse en la crítica, el fundador de Tesla y SpaceX ha decidido fundar una fuerza política propia, con la que aspira a condicionar votaciones clave en el Congreso y movilizar a los votantes desencantados con el actual establishment de Washington.
Con un discurso centrado en la libertad individual, la reducción del déficit, la modernización militar con inteligencia artificial, la desregulación y el impulso a la natalidad, Musk apuesta por una plataforma disruptiva, alejada de los extremos ideológicos y cercana al votante independiente, fiscalmente responsable y preocupado por el futuro tecnológico y económico del país.
En su red social X (antes Twitter), Musk lanzó una encuesta para tomar el pulso a la ciudadanía sobre la idea de un tercer partido. Más de 1,2 millones de personas votaron en pocas horas, con un 65 % de apoyo a su propuesta. Con este respaldo simbólico, Musk declaró oficialmente la formación del partido: “La America Party nace hoy para devolver la libertad a los estadounidenses”.
Sin embargo, el camino para que esta nueva formación logre representación real no será fácil. El sistema electoral estadounidense penaliza a los terceros partidos, exigiendo elevados requisitos burocráticos para registrar candidaturas a nivel estatal y federal. A ello se suma la crítica inmediata de Donald Trump, quien calificó la idea de “ridícula” y advirtió que dividir el voto conservador podría beneficiar a la izquierda.
A pesar de ello, Musk no ha mostrado intención de competir personalmente por la presidencia, sino de financiar e impulsar candidatos estratégicos en escaños clave del Congreso, donde un pequeño número de representantes podría inclinar la balanza en votaciones determinantes. Su objetivo es influir desde dentro, evitando el colapso del sistema con una visión empresarial, tecnocrática y pragmática.
En un contexto de creciente polarización política y malestar ciudadano en EE. UU., el movimiento de Elon Musk puede marcar el inicio de una nueva etapa: la irrupción de una derecha moderna, tecnológicamente ambiciosa y menos atada al populismo tradicional. Su éxito dependerá, sin embargo, de su capacidad para sortear los obstáculos del sistema electoral y traducir su influencia mediática en resultados institucionales concretos.



