
El yihadista de Algeciras admite el asesinato del sacristán
Un crimen motivado por un delirio religioso que reabre el debate sobre la seguridad
Yassine Kanjaa, el presunto yihadista que asesinó al sacristán Diego Valencia en Algeciras y dejó a un sacerdote herido, ha admitido llevar a cabo el crimen en un contexto de brote psicótico. Su defensa ha argumentado que padece esquizofrenia paranoide, pidiendo su absolución y su ingreso en un centro psiquiátrico «hasta no ser un peligro».
La postura de la Fiscalía y el impacto en la sociedad
La Fiscalía mantiene una petición de 50 años de cárcel, considerando que Kanjaa actuó con ánimo de matar y motivación religiosa, lo que califica sus actos como terrorismo. Esto plantea una cuestión crítica: ¿es la enfermedad mental una excusa para un acto tan atroz? En un momento donde la seguridad en nuestro país está en entredicho, es fundamental discutir cómo se manejan estos casos en la justicia.
Un precedente peligroso
La defensa argumenta que Kanjaa no pasó por un proceso de radicalización, sin embargo, sus propias palabras tras la detención sugieren lo contrario. Dijo querer «cortar las cabezas» de los religiosos por ser «enemigos del islam». Esto plantea una inquietante discusión sobre la posibilidad de que se minimice el peligro de individuos que, aunque diagnosticados, muestran claros indicios de fanatismo.



