Mientras la izquierda agita el discurso del “bulo” para ocultar el descontento ciudadano, los datos revelan un aumento inquietante en delitos sexuales y violencia.
Torre Pacheco: el ejemplo que el Gobierno quiere silenciar
En las últimas semanas, Torre Pacheco se ha convertido en el epicentro de una polémica que el Gobierno socialista y sus medios afines intentan reducir a un «bulo». Tras una agresión brutal que provocó disturbios y tensión vecinal, las redes sociales estallaron denunciando el abandono institucional, la inseguridad creciente y la impunidad de ciertos colectivos inmigrantes. La respuesta del aparato mediático: culpar a la «desinformación».
Pero la realidad se impone. Aunque el Ministerio del Interior, en manos del PSOE, presenta cifras maquilladas, los delitos sexuales no dejan de aumentar. El propio balance oficial admite un crecimiento del 3,8 % en estos delitos en 2025 y del 7,6 % en los más graves (con penetración). La excusa oficial: “ahora se denuncia más”. Pero eso no borra el hecho de que las cifras se han duplicado en una década.
Menos robos, más agresiones: la mutación del crimen
Mientras los progres aplauden que han bajado los hurtos, ignoran que crecen los delitos más violentos y los más traumáticos para las víctimas. Las cifras de homicidios se mantienen relativamente estables, pero las tentativas de asesinato se dispararon hasta alcanzar picos alarmantes, con más de 1 300 intentos en 2023.
En vez de enfrentar esta realidad, la izquierda prefiere lanzar campañas de “verificación” y censura en redes. Todo para desacreditar al ciudadano que se atreve a señalar lo evidente: hay zonas de España donde la ley ha dejado de imponerse y donde los vecinos viven atemorizados por bandas, narcotráfico o violencia importada.
Torre Pacheco y el falso oasis socialista
Según los informes oficiales, Torre Pacheco registró 41 delitos por cada mil habitantes, en línea con la media nacional. Pero ese número oculta dos hechos clave:
- Se produjo un incremento del 13 % en solo un año.
- El 61 % de ese aumento corresponde a delitos informáticos, muchos de ellos vinculados a redes extranjeras.
Además, la población del municipio ha crecido en más de 5 000 personas desde 2017, un aumento atribuido en gran parte a la llegada de inmigrantes, muchos de ellos en situación irregular. La combinación de sobrepoblación, falta de integración y permisividad institucional genera un caldo de cultivo perfecto para el conflicto social.
La “estabilidad” de Interior: una verdad a medias
El Ministerio asegura que la “criminalidad convencional” ha bajado desde 2010. Pero se cuida de ocultar que esa tendencia no incluye el auge de nuevos delitos, como los ciberataques, el tráfico de drogas digitalizado o las redes de explotación sexual, que ahora actúan con más impunidad que nunca.
Además, si excluimos los años 2020 y 2021 —alterados por la pandemia—, los niveles actuales son los más altos en una década en varios tipos de delito. Lo que refleja el fracaso de las políticas de seguridad de Sánchez y Marlaska.
¿Seguridad o propaganda?
La izquierda insiste en que vivimos en uno de los países más seguros del mundo. Pero mientras tanto, crecen las zonas donde los ciudadanos no se atreven a salir de noche, donde la policía va con miedo y donde el Estado cede el control a mafias, clanes o «colectivos vulnerables» que no respetan nuestras leyes ni nuestra cultura.
Y si te atreves a denunciarlo, te llaman racista o desinformador. La criminalidad no es solo un problema de datos, es una cuestión de verdad, de valentía y de justicia.