La tragedia en Gaza alcanza niveles críticos, con más de 10 000 muertos desde el inicio de la última escalada bélica. Sin embargo, la cobertura mediática internacional —especialmente desde medios occidentales— está en el centro de la polémica por su sesgo informativo y la omisión sistemática del papel de Hamas en la crisis.
Narrativa parcial y manipulación informativa
En lugar de ofrecer una visión completa del conflicto, buena parte de la prensa internacional opta por enfatizar únicamente el sufrimiento palestino, sin contextualizar ni explicar los ataques y provocaciones de Hamas que desencadenaron muchas de las ofensivas israelíes.
Se trata de un uso selectivo del lenguaje y de las imágenes: se suaviza o incluso se omite el carácter terrorista de Hamas, mientras se recurre a recursos emocionales que presentan a Gaza exclusivamente como víctima. Esto no solo distorsiona la percepción pública, sino que debilita el derecho a la información veraz que debería guiar a cualquier democracia.
El peso de las cifras y la falta de contexto
Las autoridades sanitarias de Gaza aseguran que el número de muertos supera los 10 000, aunque organizaciones independientes admiten que la cifra real podría ser mayor por cuerpos aún bajo escombros o sin registrar.
Sin embargo, la cifra se repite de forma acrítica en telediarios y portadas, sin contrastar las fuentes ni señalar que estos balances provienen de un organismo bajo control de Hamas.
Periodistas en riesgo… y bajo censura
Desde el inicio del conflicto, más de 180 periodistas han muerto en Gaza, muchos mientras cubrían zonas controladas por Hamas. Sin embargo, la mayoría de los medios occidentales evita profundizar en cómo el grupo armado limita, vigila y condiciona el trabajo de la prensa internacional, imponiendo una narrativa que les favorece.
Este silencio sobre la represión informativa en Gaza resta credibilidad al periodismo occidental, que se presenta como libre pero acepta condicionantes impuestos por una organización catalogada como terrorista en gran parte del mundo.
Casos de manipulación flagrante
En las últimas semanas han salido a la luz ejemplos preocupantes. Uno de los más sonados fue la difusión de la imagen de un niño palestino visiblemente desnutrido como prueba de hambruna causada por el bloqueo. Después se supo que el menor padecía una enfermedad neurológica congénita y que su caso había sido manipulado para generar un impacto político.
Este tipo de errores, lejos de ser anecdóticos, evidencian falta de verificación y voluntad de impacto emocional sobre el rigor informativo.
Consecuencias de un periodismo sesgado
La consecuencia directa de esta narrativa unilateral es alimentar tensiones internacionales, reforzar el victimismo político de Hamas y debilitar los intentos de mediación que requieren una visión equilibrada de la situación.
En un contexto donde las democracias ya enfrentan desafíos externos, convertir la información en un arma política es un riesgo que erosiona la confianza pública y abre la puerta a la manipulación de masas.
¿Seguiremos aceptando que la prensa occidental actúe como altavoz selectivo, blanqueando a organizaciones terroristas mientras se presenta como guardiana de la verdad?



