Mientras Argentina enfrenta una inflación anual del 36,6 % y una fuerte devaluación del peso, el presidente Javier Milei aplica una “terapia de shock” económica. Las lecciones de esta experiencia resuenan con fuerza en España, que no puede ignorarlas.
Argentina en agosto: entre crisis y estabilización frágil
En julio, la inflación mensual fue del 1,9 %, acumulando un 17,3 % en lo que va de 2025 y una tasa interanual del 36,6 %.
Aunque la subida de precios se ha desacelerado, el peso argentino se devaluó un 14 % frente al dólar en el mismo mes, manteniendo la incertidumbre sobre la estabilidad económica.
La reducción de la inflación responde a medidas de austeridad drásticas implementadas desde finales de 2024: recortes presupuestarios, cierre de ministerios y eliminación de subsidios. Estas políticas han contenido el gasto público, pero también han provocado tensiones sociales, aumento de la pobreza y deterioro de servicios esenciales.
¿La “cura” funciona… o destruye?
El déficit fiscal se ha reducido a cero, la inflación ha bajado y se proyecta un crecimiento del PIB entre 3,5 % y 5,5 % para 2025, impulsado por un rebote agrícola y una incipiente recuperación industrial.
Sin embargo, el modelo enfrenta problemas estructurales: reservas internacionales bajas, inversión extranjera cautelosa, pérdida de empleos industriales y un debilitamiento de la capacidad del Estado para proteger a los sectores más vulnerables.
Lecciones para España
España, con una tasa de desempleo del 10,3 % —y del 24,9 % entre jóvenes—, sigue siendo vulnerable a shocks externos. Su economía mantiene una alta dependencia del turismo, que representa más del 12 % del PIB y emplea a más de 3 millones de personas, pero deja en evidencia una baja diversificación productiva.
El caso argentino demuestra que aplicar políticas de ajuste severo sin consensos ni planes de desarrollo sostenibles puede conducir a una recesión social profunda, pérdida de tejido industrial y dependencia externa.
Reflexión final
Argentina no atraviesa su peor momento económico, pero la “terapia de shock” de Milei —austeridad extrema, liberalización acelerada y recortes sin red de seguridad— podría derivar en un colapso social si no se equilibra con políticas de desarrollo y cohesión.
España debe tomar nota: la estabilidad no se garantiza solo con cifras macroeconómicas, sino con acuerdos políticos, diversificación económica y protección de las familias y sectores clave.
Ignorar esta lección es abrir la puerta a repetir los errores que hoy mantienen a Argentina en la cuerda floja.