El cese de hostilidades entre Israel y Hamás ha abierto una nueva fase de conflicto en Gaza: una guerra interna no oficial entre la organización terrorista y una creciente red de clanes armados y milicias locales que buscan arrebatarle el poder. El monopolio del terror de Hamás se resquebraja.

Un alto el fuego que no trajo la paz
Desde que entró en vigor el alto el fuego el 10 de octubre, la Franja de Gaza no ha conocido la estabilidad. Aunque el foco internacional permanece sobre el conflicto con Israel, la guerra real ahora se libra dentro de Gaza, donde Hamás intenta mantener su control ante el auge de grupos armados opositores.
Pese a haber sido diezmada por dos años de guerra iniciados tras la masacre del 7 de octubre de 2023, Hamás mantiene operativas a sus Brigadas Al-Qassam y ha desplegado una nueva fuerza represiva —la unidad Radea—, especializada en represión interna, ejecuciones sumarias y control del disenso. Todo ello mientras intenta proyectar una imagen de orden ante un caos creciente.
El poder de Hamás, en entredicho
A pesar de su debilitamiento, Hamás aún cuenta con entre 15 000 y 20 000 milicianos, mientras que las milicias y clanes rivales apenas suman unos 1 500 combatientes en total, según análisis estratégicos. La diferencia es abismal, pero el problema para Hamás ya no es militar, sino político y territorial: su autoridad se fragmenta y se enfrenta a un desgaste social profundo.
Más de una docena de nuevos grupos armados han emergido desde septiembre. No responden a una sola dirección, ni operan como un ejército, pero sí como una resistencia local que erosiona la capacidad de Hamás de controlar Gaza como lo hacía desde 2007. Esto ha generado una guerra de baja intensidad entre facciones, alimentada por rivalidades históricas, tensiones tribales y sed de poder.
Los clanes que desafían el terror
Fuerzas Populares – Clan Abu Shabab
Fundadas en mayo de 2024, las Fuerzas Populares, lideradas por Yasser Abu Shabab, operan desde Rafah con el objetivo de bloquear a Hamás y asegurar rutas de ayuda humanitaria. Aunque no superan los 300 hombres, su influencia se multiplica por pertenecer al poderoso clan Tarubin, que agrupa a unos 500 000 beduinos repartidos entre Gaza, el Sinaí y el Neguev.
CSF – Clan Al-Majayda
Formada en agosto de 2025, la Fuerza de Ataque Antiterrorista (CSF) está liderada por Hussam Abdel Majid al Astal, en la zona de Jan Yunis. Este grupo, surgido con el apoyo de Israel, se define como abiertamente anti-Hamás. Aunque su número de efectivos es bajo, ha protagonizado combates locales relevantes y mantiene lazos con otros clanes insurgentes.
Clan Khalas – Vínculo con Fatah
El clan Khalas, con base en Shejaiya, es uno de los más antiguos oponentes de Hamás. Su líder, Ahmed Khalas (Abu Maher), es miembro del Comité Central de Fatah y ha resistido los intentos de Hamás por recuperar el control territorial. Representa la vieja guardia nacionalista palestina, con un discurso enfrentado al islamismo radical.
Clan Doghmush – Entre el crimen y la política
El clan Doghmush, con presencia en la ciudad de Gaza, es una confederación armada con vínculos pasados con Al Qaeda, liderado por Mumtaz Doghmush. Si bien colaboraron con Hamás en el pasado, actualmente lo combaten por el control del contrabando, el poder local y las rutas comerciales clandestinas. Su ambigüedad ideológica los convierte en un actor volátil y peligroso.
Clan Khanidak – Milicia sureña anti-Hamás
En Jan Yunis, el clan Khanidak, dirigido por Yasser Khanidak, también ha entrado en conflicto abierto con Hamás. Aunque de menor tamaño, ha recibido armamento y respaldo israelí. Su hostilidad es clara: se oponen a cualquier intento de restaurar el régimen de Hamás en el sur de Gaza.
Clan Abu Werda – Resistencia en el norte
Aunque con estructura difusa, el clan Abu Werda ha mantenido enfrentamientos en el norte de Gaza, en zonas como el puerto y Sabra. Históricamente perseguidos por Hamás desde 2007, han vuelto a tomar las armas con el objetivo de proteger barrios locales y resistir purgas.
El brazo represor de Hamás: unidad Radea
Ante este desafío interno, Hamás ha recurrido al terror para sobrevivir. La recién creada unidad Radea —compuesta por miembros de las Brigadas Al-Qassam y de la policía civil— actúa como un escuadrón de represión política. Su objetivo no es la seguridad, sino la eliminación sistemática de toda disidencia.
Desde el 10 de octubre, esta unidad ha llevado a cabo ejecuciones públicas de presuntos colaboracionistas, sin pruebas ni juicio real. Se trata de tribunales revolucionarios improvisados, con sentencias dictadas por comandantes leales al régimen islamista.
Expertos en terrorismo confirman que Hamás necesita aplicar este terror interno para mantener control sobre los barrios que antes dominaba. El miedo es su último recurso.
¿Qué papel jugarán estos clanes en el futuro de Gaza?
El acuerdo de paz firmado explícitamente excluye a Hamás de cualquier forma de gobierno futuro en Gaza. Pero también reconoce que la estabilidad solo será posible si se destruye toda la infraestructura terrorista, incluidos túneles y arsenales.
Por ello, estos clanes anti-Hamás podrían jugar un papel crucial como interlocutores locales o incluso como fuerzas de seguridad transitorias en las zonas controladas por Israel. Varios analistas apuntan a la integración gradual de estas milicias en estructuras vinculadas a la Autoridad Palestina, con la condición de garantizar su seguridad y su desarme progresivo.
¿Desmoronamiento de Hamás o caos tribal?
Aunque estos grupos no tienen fuerza suficiente para derrocar a Hamás por sí solos, representan el síntoma más claro del agotamiento del modelo de terror impuesto por el islamismo radical en Gaza. La tiranía de Hamás se enfrenta a la venganza de quienes fueron oprimidos durante años, y el riesgo de una represalia tribal, como la que Hamás perpetró en 2007, es cada vez más probable.
Israel deberá actuar con inteligencia estratégica: si no se ordena este panorama, Gaza podría convertirse en un escenario de caos sectario y guerra de clanes, donde ningún actor tenga suficiente legitimidad para gobernar.
¿Estamos ante el principio del fin del dominio islamista en Gaza o ante una nueva era de descontrol tribal?



