Niños marroquíes siguen llegando masivamente a Ceuta en plena crisis migratoria. El Gobierno mira hacia otro lado mientras los servicios locales colapsan.
Ceuta, al límite por la entrada de menores marroquíes
La frontera sur de Europa ha vuelto a ser desbordada. Al menos 54 menores marroquíes y 30 adultos han cruzado a nado desde Marruecos hasta el enclave español de Ceuta, según fuentes oficiales y la televisión pública RTVE. Todo ello en plenas condiciones de niebla y mar agitado, lo que no ha impedido una nueva ola de inmigración ilegal que el Gobierno de Pedro Sánchez sigue sin frenar.
Las imágenes hablan por sí solas: menores exhaustos arrastrándose por las playas, mientras las embarcaciones de la Guardia Civil se ven obligadas a actuar de emergencia para rescatar a los más vulnerables.
Centros de acogida desbordados: Ceuta implora ayuda a Madrid
Los niños —en su mayoría de origen marroquí— han sido trasladados a centros temporales de acogida, totalmente desbordados desde hace semanas. El gobierno autonómico de Ceuta ha lanzado un grito de auxilio:
«No nos dejen solos. Esto es un asunto de Estado», ha exigido Juan Rivas, responsable regional.
La ciudad ya acoge a más de 500 menores, con apenas 132 plazas disponibles, una situación insostenible que el Ejecutivo central ignora con total impunidad.
Sánchez y Marlaska siguen tolerando una frontera rota
Mientras países como Francia, Hungría o Polonia refuerzan sus fronteras, en España el Gobierno prefiere mirar hacia otro lado. Ceuta y Melilla, únicas fronteras terrestres de la Unión Europea con África, se han convertido en puntos calientes de entrada masiva, sin una respuesta firme desde Interior.
Recordemos que en 2021, más de 10 000 migrantes cruzaron en apenas 72 horas, algunos incluso niños flotando sobre botellas vacías. El ministro Marlaska no solo no reforzó la frontera, sino que agradeció la «cooperación marroquí».
Fracaso del modelo multicultural: más menores, menos seguridad
Lo más grave de esta situación es que los marroquíes detenidos adultos son devueltos inmediatamente, pero los menores quedan bajo tutela del Estado español, generando un efecto llamada brutal. Ceuta, con recursos limitados, está asumiendo el coste social y económico de una política migratoria suicida.
Este drama vuelve a poner sobre la mesa un modelo fallido: ¿es sostenible acoger indefinidamente a menores extranjeros en un país con listas de espera en sanidad y recortes en servicios sociales?
Europa endurece su postura, España se rinde
Países como Alemania o Italia han endurecido sus leyes migratorias. Sin embargo, en España se mantiene la ideología buenista que premia la ilegalidad y castiga al ciudadano que exige orden.
Desde Bruselas ya se han advertido sanciones si España no refuerza sus mecanismos de control y no exige a Marruecos el cumplimiento de los acuerdos de devolución.
¿Hasta cuándo aguantará Ceuta la carga de una frontera sin control? ¿Estamos ante un Estado que protege sus límites o ante una rendición encubierta frente a la inmigración ilegal?



