En un movimiento que marca un punto de inflexión en la política exterior alemana, Berlín ha anunciado una reducción significativa de su asistencia militar a Ucrania, lo que abre interrogantes sobre la fortaleza del frente europeo frente a Rusia.
La decisión llega en un momento delicado: el Ejército ucraniano enfrenta avances rusos en varios frentes y necesita más que nunca el respaldo de sus aliados occidentales. Sin embargo, el Gobierno alemán, encabezado por el canciller Olaf Scholz, alega “limitaciones logísticas y presupuestarias” y un creciente cansancio interno por el coste político y económico de la guerra.
Presiones internas y fractura política en Berlín
Fuentes cercanas a la coalición alemana admiten que el apoyo incondicional a Ucrania ha comenzado a generar grietas entre socialdemócratas, verdes y liberales. El aumento de la inflación, la crisis energética y la presión de sectores industriales han empujado a parte del Ejecutivo a priorizar la estabilidad interna sobre el compromiso bélico.
El malestar ciudadano también crece: encuestas recientes muestran que más del 45 % de los alemanes considera que su país debería reducir o suspender el envío de armas y centrarse en buscar un alto el fuego negociado.
Una señal peligrosa para Kiev
El recorte del apoyo alemán no es un gesto menor. Alemania ha sido, después de Estados Unidos, el segundo mayor proveedor de armas y sistemas defensivos a Ucrania desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022.
Este cambio envía una señal preocupante a Moscú, que podría interpretar la medida como un síntoma de fatiga occidental y una oportunidad para intensificar sus ofensivas. Para Kiev, el riesgo es doble: perder uno de sus principales respaldos militares y ver debilitada la cohesión europea.
El eco en Europa: ¿efecto dominó?
Varios países del este de Europa han expresado su inquietud ante la decisión de Berlín, temiendo que otros gobiernos adopten medidas similares. Polonia, Estonia y Lituania han advertido que reducir el apoyo militar ahora sería “entregar a Ucrania a la voluntad de Putin”.
En Bruselas, diplomáticos europeos reconocen que la unidad en la política de defensa está bajo tensión y que las divergencias sobre el ritmo y la intensidad del apoyo a Kiev se han hecho más visibles.
¿Giro estratégico o simple ajuste?
Aunque el Gobierno alemán insiste en que no abandona a Ucrania y que seguirá prestando asistencia, este paso atrás abre el debate sobre un posible giro estratégico hacia una negociación con Rusia.
La pregunta es si se trata de una pausa táctica o del primer síntoma de una Europa dispuesta a retroceder ante el desafío ruso.