La catástrofe humanitaria en Afganistán se agrava. Mientras más de 84 000 personas han resultado afectadas por los devastadores terremotos en Kunar y Nangarhar, el mundo mira hacia otro lado. Las políticas represivas de los talibanes y el abandono internacional condenan al país a una tragedia interminable.

Afganistán: terremoto mortal, ayuda escasa y miles de víctimas abandonadas
Más de 1 457 personas han muerto y otras 3 400 resultaron heridas por el devastador terremoto de magnitud 6 que sacudió Afganistán el pasado domingo 1 de septiembre, seguido de una réplica de 5,5 que volvió a paralizar los esfuerzos de rescate. Las zonas más afectadas han sido las provincias orientales de Kunar y Nangarhar, donde miles de viviendas quedaron completamente destruidas.
La administración talibán ha reconocido que el número total de fallecidos podría ser aún mayor, ya que muchas personas continúan atrapadas bajo los escombros, especialmente en zonas montañosas de difícil acceso.
«Todo lo que teníamos ha sido destruido», declaró Aalem Jan, superviviente en Kunar. «Lo único que nos queda es la ropa que llevamos puesta».
Una emergencia humanitaria ignorada por Occidente
Según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR), más de 84 000 personas han sido afectadas directa o indirectamente, con miles de desplazados y necesidades urgentes de alimentos, refugios y atención médica.
Pero la ayuda internacional no llega, y no es casualidad. La retirada de fondos extranjeros, impulsada por decisiones políticas como los recortes de financiación durante la administración Trump, se ha agravado con la política de aislamiento impuesta por los propios talibanes.
Talibanes: censura, represión y cero capacidad de respuesta
El país, gobernado con puño de hierro por el régimen talibán, se enfrenta a esta catástrofe con infraestructura colapsada, escasez médica y sin logística humanitaria real. Las restricciones del régimen hacia las mujeres, los trabajadores de ONG y la prensa extranjera han dejado a los organismos internacionales sin garantías ni margen de acción.
El resultado es devastador: camiones con harina y comandos lanzados en paracaídas son todo lo que llega a aldeas donde familias enteras han sido enterradas vivas.
La ONU, sin fondos: quedan cuatro semanas de ayuda
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA) advierte que solo podrá sostener la ayuda durante cuatro semanas más. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también denuncia un déficit de financiación de 3 millones de dólares, lo que pone en riesgo la llegada de kits de traumatología y medicinas básicas.
«No se puede dejar que Afganistán enfrente solo una crisis tras otra», advirtió Jacopo Caridi, del Consejo Noruego para los Refugiados.
¿Dónde está la solidaridad global?
Mientras Europa financia guerras ajenas y destina recursos a agendas ideológicas, decenas de miles de afganos sufren en silencio, sin acceso a agua potable, alimentos o medicamentos. La comunidad internacional mira para otro lado por razones políticas, castigando a un pueblo que ya ha pagado un precio demasiado alto.
Reflexión final
¿Acaso los derechos humanos dependen del color político del régimen que gobierna?
Porque si no, ¿cómo se explica el abandono absoluto de decenas de miles de vidas humanas bajo los escombros?



