El PSOE pone en duda las denuncias de acoso sexual contra Francisco Salazar, figura cercana a Pedro Sánchez, y desata una nueva ola de indignación. El partido que abanderó el “hermana, yo sí te creo” ahora se desdice cuando el acusado es de los suyos.

El informe Salazar: el feminismo del PSOE, en entredicho
La dirección del PSOE ha publicado su informe sobre las denuncias de acoso sexual contra Francisco Salazar, exalto cargo del partido y persona de confianza del entorno de Pedro Sánchez. El documento no solo evita sancionar con contundencia, sino que reconoce no poder acreditar los hechos denunciados, amparándose en una supuesta falta de “medios técnicos y legales” para verificar los testimonios.
Este reconocimiento llega tras cinco meses de absoluta pasividad, silencio institucional y evasivas, mientras las denunciantes —mujeres militantes o trabajadoras del partido— se enfrentaban solas al sistema. Y todo, mientras el PSOE seguía reuniéndose con Salazar en restaurantes de Madrid, como hizo recientemente la ministra Pilar Alegría, sin el menor reparo.
Un caso que derriba el relato del “hermana, yo sí te creo”
El mensaje que lanza el PSOE con este informe es demoledor para sus propias bases:
La palabra de la mujer ya no vale si el acosador es socialista.
El partido que se llenó la boca durante años con el feminismo de pancarta, ahora relativiza las denuncias, las relega a una simple “falta estatutaria” y no aplica ni medidas disciplinarias ejemplares ni protocolos efectivos.
La incoherencia es aún más evidente si se compara con la actitud del PSOE ante cualquier denuncia similar en el Partido Popular o en Vox, donde la condena automática y la presunción de culpabilidad eran norma.
Cinco meses sin investigar, con excusas inverosímiles
El informe interno reconoce que no se contactó con Salazar porque “viajaba mucho”, pero convenientemente sí encontraba tiempo para encuentros con ministros socialistas en Madrid.
Mientras tanto, las denuncias desaparecían del sistema, según el partido, por errores técnicos o automatismos administrativos.
Estas justificaciones no solo reflejan desidia institucional, sino una posible estrategia deliberada para dilatar el escándalo, proteger al implicado y evitar consecuencias políticas durante el año electoral.
Críticas internas y exigencias externas: el PSOE se fractura
Desde dentro del partido, voces críticas acusan a Pedro Sánchez y su núcleo duro de encubrimiento, priorizando el blindaje político a costa de la credibilidad feminista del PSOE. Mientras tanto, la oposición exige responsabilidades por una gestión que deja desprotegidas a las víctimas y sin respuesta ética ni política.
Conclusión: cuando el acoso lo comete “uno de los nuestros”, el PSOE calla
El caso Salazar ha desenmascarado la doble moral de un partido que usó el feminismo como arma política, pero que no aplica sus propios principios cuando el escándalo toca a sus filas.
El “hermana, yo sí te creo” se ha vuelto un slogan vacío, útil solo cuando conviene políticamente.
Hoy, el PSOE ha demostrado que en su casa, la protección de los suyos está por encima de la verdad de las mujeres.



