El Bernabéu ruge entre silbidos y esperanza tras una derrota ajustada que deja más dudas que certezas: ¿fue el final o un nuevo comienzo?
Haaland marcó de penalti el gol de la victoria, pero el Madrid mostró corazón y momentos de fútbol total
No fue un Madrid derrotado. Fue un Madrid herido, pero rebelde. Una versión desconcertante que mezcla confusión táctica con ráfagas de alma. El Manchester City se llevó la victoria del Santiago Bernabéu gracias a un gol de penalti de Erling Haaland, pero lo que se vivió en Chamartín fue algo más complejo que un simple resultado.
El público, dividido entre los aplausos y los pitos, reflejó el estado anímico de un equipo atrapado entre la transición y la ambición. El conjunto de Ancelotti no se rindió, no fue inferior, compitió, presionó, y por momentos encendió la grada. Pero no bastó. Faltó acierto. O quizás faltó Mbappé, que seguía tocado en el banquillo.
Un arranque eléctrico que ilusionó al Bernabéu
El partido comenzó con un vendaval. El Madrid detectó fragilidades y se lanzó con todo: Vinicius, Bellingham, Valverde, Tchouameni, todos encendidos. Una presión alta, robo en campo rival, velocidad en circulación, remates cerca del poste, tiros de falta… todo menos el gol.
Vinicius, en una contra vertiginosa, intentó una vaselina sobre Donnarumma que rozó el sueño. Poco después, un penalti sobre él fue corregido fuera del área. El Bernabéu se encendía, y con razón: el Madrid estaba mostrando carácter, juego vertical, y una actitud que hacía tiempo no se veía.
Rodrygo resucita y Bellingham vuelve a conectar
Una de las grandes noticias fue el renacer de Rodrygo. Durante meses fue una sombra de sí mismo, pero ante el City fue energía pura. Partía desde la derecha pero aparecía por todo el frente de ataque, conectando con Bellingham, apoyando a Vinicius, recuperando balones. Rodrygo volvió al partido y al equipo.
Y con él, un Bellingham más involucrado, más conductor, más decidido. Esa sociedad parecía devolver al Madrid esa dinámica ofensiva perdida en semanas anteriores.
¿Un final o un punto de inflexión?
El penalti de Haaland decidió el partido. Fue un mazazo, pero no el final. Porque el Madrid peleó hasta el último minuto, empujó, buscó, luchó. El Bernabéu lo reconoció… aunque también lo exigió. El equipo flota en esa niebla que mezcla la nostalgia del pasado con la incertidumbre del presente.
Este fogonazo ante el City no despeja el panorama, pero sí confirma que el Real Madrid, incluso en crisis, sigue siendo el Madrid: inquebrantable, orgulloso, peligroso.
