Robert Keele deja la dirección legal de xAI tras poco más de un año. Reconoce discrepancias con Elon Musk y afirma que quiere dedicar más tiempo a sus hijos. Su salida confirma la inestabilidad en los puestos clave de las empresas del magnate.
De fichaje estrella a salida inesperada
Robert Keele, primer director legal de la startup de inteligencia artificial xAI, anunció esta semana su dimisión. Aunque asegura que la razón principal es pasar más tiempo con su familia, también admitió que existe una “diferencia entre nuestras visiones del mundo” respecto a Elon Musk.
El abogado, que calificó su etapa en xAI como “la aventura de su vida”, reconoció que no podía seguir “montando dos caballos a la vez: la familia y el trabajo”. Su mensaje en X y LinkedIn recibió un amplio apoyo de compañeros y padres que se identificaron con su decisión.
Un año de vértigo en xAI
Keele llegó en mayo de 2024, apenas tres semanas después de lanzar su propio despacho, y se incorporó justo antes de la histórica ronda Serie B de 6 000 millones de dólares que valoró la compañía en 24 000 millones.
En marzo de 2025, xAI protagonizó un golpe mediático al adquirir X (la red social de Musk, antes Twitter), en una operación que dejó la valoración de xAI en 80 000 millones de dólares y la de X en 33 000 millones.
Antes, Keele había ocupado puestos jurídicos clave en Elroy Air y el centro de innovación de Airbus en Silicon Valley.
Cambio de mando: de abogado a científica espacial
El relevo lo toma Lily Lim, ex científica espacial de la NASA especializada en navegación para misiones a Venus. Lim se incorporó a xAI en 2024 como experta en privacidad y propiedad intelectual, con experiencia en empresas como ServiceNow.
Rotación ejecutiva crónica en las empresas de Musk
La salida de Keele es solo el último episodio de un patrón de fugas en el ecosistema Musk:
- Linda Yaccarino, CEO de X, dimitió el mes pasado.
- Tesla ha perdido a varios altos ejecutivos en los últimos meses.
El propio Musk es conocido por exigir jornadas maratonianas y hasta dormir en la oficina, como ocurrió tras la compra de Twitter. Este ritmo y filosofía de trabajo chocan con quienes defienden la conciliación personal, algo que otras startups, como Cognition, también han empezado a sacrificar para ganar ventaja competitiva.
Un liderazgo que divide
La dimisión de Keele refuerza la percepción de que el imperio Musk vive en una tensión constante entre ambición desmedida y desgaste humano. Una dinámica que puede ser letal para la retención del talento y que plantea la pregunta: ¿es sostenible un modelo que quema a sus líderes al mismo ritmo que crece su valoración?