La plataforma reina del código deja claro su futuro inmediato: quien no domine la inteligencia artificial quedará fuera del sector. El mensaje, firmado por el propio Thomas Dohmke, sacude a millones de programadores y reabre el debate sobre la tiranía de las big tech y el empleo cualificado.
La era Copilot ya no es una opción, sino un ultimátum: el CEO de GitHub exige a los desarrolladores reinventarse como “directores creativos de código” o abandonar la profesión. Según Dohmke, en unos dos a cinco años la IA escribirá hasta el 90 % del código, relegando el teclado humano a la mera supervisión.
De escribir código a dirigir agentes
El blog “Developers, Reinvented” parte de 22 entrevistas con pioneros que ya delegan tareas de programación en herramientas de IA. De ser escépticos han pasado a estrategas, centrados en:
- Diseño de sistemas
- Ingeniería de prompts
- Verificación y auditoría
- Delegación inteligente
La misión: convertir proyectos antaño inviables —refactorizaciones masivas, aplicaciones multiagente— en realidad gracias a la potencia de los modelos generativos.
Estrategia del miedo: o IA o paro
GitHub, propiedad de Microsoft, replica la narrativa corporativa de Silicon Valley: “Usar IA ya no es opcional”. Bajo la promesa de productividad, la industria lanza un mensaje nada sutil: actualízate o queda obsoleto. Una táctica que desplaza el debate sobre la calidad del software o la ética de los datos hacia la pura supervivencia laboral.
¿Qué queda para el desarrollador humano?
Dohmke lo deja claro: quien abrace la IA ganará ventaja; quien se resista, sobrará. Las habilidades clave del mañana son:
- Diseño contextual y arquitectura.
- Fluidez en IA para dialogar con modelos.
- Gestión de calidad sobre código ajeno (¿y tóxico?).
- Capacidad de delegar en agentes autónomos.
Un cambio que, según el CEO, no resta valor al talento, sino que lo “redefine”. Pero admite que no todos querrán ese rol de capataz digital.
La otra cara: precariedad y concentración de poder
Mientras GitHub insta a “subirse al tren”, crece la incógnita sobre:
- Desplazamiento masivo de puestos junior: la IA cubre el trabajo de quienes aprenden picando código.
- Dependencia de proveedores (Microsoft, OpenAI): la innovación pasa por caja y refuerza monopolios.
- Riesgo de seguridad: más automatización, más superficie de ataque si los controles fallan.
El ultimátum de Dohmke huele a marketing del miedo: impulsar su Copilot llamando a la puerta del paro. Pero plantea una verdad incómoda: el futuro del software ya no se teclea, se supervisa. Queda por ver quién controla realmente esa nueva cadena de mando: ¿el ingeniero… o las corporaciones que suministran los agentes?



