El proyecto de ley de información clasificada presentado por el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha vuelto a sacar a la luz las tensiones entre Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, y Margarita Robles, titular de Defensa. En esta nueva legislación, que sustituirá a la vigente Ley de Secretos Oficiales de 1968, se estipula que será la Presidencia del Gobierno quien asuma el control de la Autoridad Nacional para la Protección de la Información Clasificada, dejando fuera al Ministerio de Defensa y reavivando viejas rencillas internas.
De Pegasus al CNI: un pulso de poder sin tregua
La maniobra de Bolaños se interpreta como una nueva victoria en su pugna con Robles, que ya vivió uno de sus momentos más tensos en 2022 durante la crisis del caso Pegasus. Entonces, la ministra de Defensa vio cómo Paz Esteban, directora del CNI y persona de su plena confianza, era cesada tras revelarse escuchas a líderes independentistas. La operación fue atribuida a Bolaños, quien buscaba calmar a ERC sacrificando a Esteban.
Desde entonces, la relación entre ambos ministerios se ha basado en una calma tensa. Robles logró colocar a Esperanza Casteleiro como sucesora, pero el pulso de poder continúa. Ahora, con el nuevo proyecto de ley, Defensa perderá competencias clave sobre la clasificación y acceso a documentos sensibles, que pasarán a manos del ámbito civil de Presidencia.
Ministros enfrentados y un Consejo dividido
El texto del proyecto ha provocado malestar también en otros departamentos. Según informa El País, los titulares de Interior, Exteriores y Defensa retiraron su firma del borrador. Todo apunta a que fue aprobado en un Consejo de Ministros cargado de tensión que ahora todos prefieren olvidar.
Esta decisión rompe el equilibrio tradicional en la gestión de los secretos del Estado, que hasta ahora dependía del CNI (adscrito a Defensa) y de la propia Agencia Nacional de Seguridad. Con el cambio, Bolaños controlará qué documentos se clasifican como secretos y quiénes podrán acceder a ellos.
Nuevo órgano, nueva humillación
La creación del llamado Comité Nacional de Seguridad y Soberanía Tecnológica, que también estará bajo Presidencia, ha sido interpretada como una nueva derrota para Robles. Este organismo deberá coordinar la política de defensa tecnológica de España, poniendo al mismo nivel a Defensa que a Industria o Digitalización, lo que muchos consideran un desplante institucional.
Todo ello se suma a unas relaciones personales muy deterioradas entre Bolaños y Robles, agravadas desde que se filtraron conversaciones en las que Pedro Sánchez se refería a ella como «pájara» en chats con José Luis Ábalos.
La sombra de una Moncloa cada vez más centralizada
Este movimiento refuerza la tendencia del Gobierno de Pedro Sánchez a centralizar el poder en La Moncloa, debilitando a los ministerios tradicionales y reforzando el control directo de Bolaños sobre asuntos clave del Estado. En definitiva, una operación que, bajo la excusa de modernizar la legislación de secretos, consolida una reconfiguración del poder dentro del Ejecutivo.
El debate ahora está servido: ¿estamos ante una necesaria actualización legal o ante un golpe interno de poder disfrazado de reforma?