La deuda ha aumentado en más de 505 000 millones de euros durante los siete años de mandato socialista, situando a España en el umbral de la insostenibilidad económica. Ni la inflación ni las revisiones del PIB frenan un déficit que sigue lastrando a los ciudadanos.
Un endeudamiento que no se detiene
El Banco de España ha hecho públicos los datos de deuda correspondientes a mayo de 2025, confirmando lo que muchos economistas temían: la deuda pública continúa creciendo a un ritmo insostenible bajo el Gobierno de Pedro Sánchez. En solo un mes, la deuda se incrementó en 179 millones de euros, alcanzando un total de 1,663 billones de euros, una cifra que sitúa el endeudamiento en el 102,3 % del PIB.
Este volumen no tiene precedentes desde finales del siglo XIX, tras la crisis de Cuba de 1898. Aunque el cociente deuda/PIB ha bajado artificialmente gracias a una revisión extraordinaria del PIB realizada por el INE, la deuda sigue creciendo en términos absolutos, dejando a España con una economía gravemente debilitada y con una presión fiscal asfixiante.
Una deuda que crece minuto a minuto
Desde que Pedro Sánchez llegó al poder en 2018, la deuda se ha incrementado en 505 997 millones de euros. Esto equivale a:
- 197,89 millones de euros al día
- 8 millones de euros cada hora
- 137 422 euros por minuto
Durante una simple pausa para el café de 15 minutos, el Gobierno de Sánchez incrementa la deuda en más de 2 millones de euros. Y mientras un trabajador cumple su jornada laboral de 8 horas, la deuda aumenta en otros 65 millones. Esta tendencia convierte a España en uno de los países de la UE más endeudados, sin que se vislumbre una política de corrección eficaz.
Gasto descontrolado, déficit perpetuo
La raíz del problema no es otra que el déficit estructural. A pesar de haber contado con ingresos extraordinarios por la inflación —que permitió una recaudación adicional de más de 30 000 millones en 2022— el Gobierno ha gastado prácticamente todos esos ingresos, sin aplicar medidas de ajuste. Solo se redujo el déficit en dos décimas, una señal clara de la explosión del gasto público.
En 2024 y 2025, el patrón se repite: el Ejecutivo de Sánchez fía toda su sostenibilidad al aumento de ingresos por el crecimiento del PIB nominal, impulsado por la inflación, pero no hay una contención real del gasto, que sigue desbocado. Según la AIReF, el desequilibrio se agrava y se necesitarían recortes por valor de 5 000 millones de euros para reconducir las cuentas.
Consecuencias para el ciudadano
Este aumento exponencial de la deuda tiene efectos directos sobre los españoles:
- Aumento de impuestos: La presión fiscal se incrementa para sostener el gasto.
- Reducción de servicios esenciales: Parte del presupuesto se destina al pago de intereses, restando recursos a sanidad, educación o infraestructuras.
- Retroceso económico: España pierde posiciones en PIB per cápita respecto a la media europea.
- Asfixia empresarial: El exceso de gasto público ahoga la inversión privada, frenando el crecimiento real.
Una economía al borde del abismo
España sufre ya las consecuencias de una política económica populista, basada en gasto descontrolado y recaudación forzada. El déficit estructural ronda el 4 % del PIB, muy por encima de lo recomendado por Bruselas, lo que coloca a la economía nacional en una posición de extrema vulnerabilidad ante cualquier crisis financiera o decisión del Banco Central Europeo.
Además, medidas como la posible implantación de un cupo fiscal para Cataluña podrían restar miles de millones en ingresos al Estado, agravando el déficit y aumentando la carga sobre el resto de comunidades autónomas.
España se endeuda 8 millones de euros cada hora. Mientras el Gobierno vende estabilidad, los datos del Banco de España revelan un panorama muy distinto: más déficit, más deuda, más impuestos. La única solución viable pasa por reducir el gasto público, racionalizar la administración y devolver el exceso de recaudación a los ciudadanos. Seguir por la senda actual solo puede conducir a una nueva crisis económica y social.